Este columnista hace parte de los colombianos que celebran toda devaluación del peso frente al dólar por múltiples razones. Primero, porque jamás consideramos racional que el peso colombiano figurara como una de las monedas más fuertes del mundo, cuando, por el contrario, es muy débil desde cualquier punto de vista.
En la insensata apreciación del peso influyeron los elevados gastos de este Gobierno frente a unos ingresos inferiores, los cuales se cubrían con préstamos en dólares monetizados en las bolsas de valores. Como reflejo de las 600 toneladas de coca, avaluadas en no menos de 10.000 millones de dólares que ingresan cada año como contrabando, sobre y subfacturaciones o como trampas similares. O como remesas, las únicas en el mundo que se incrementan hoy, ¿lavado de dólares? O como consecuencia de la devaluación exagerada del dólar, la cual había revaluado todas las monedas del orbe.
Celebro toda devaluación, en segundo lugar, porque considero indispensable contar con una tasa de cambio situada a la fecha entre los 2.100 y los 2.400 pesos colombianos por dólar, para que nuestra industria se arriesgue a invertir, para que se aventure a abrir nuevos mercados para remplazar los de Venezuela. No existe peor vecino que Chávez, con él todo es posible.
La recesión que nos revolotea y que ya ha desplomado el precio del petróleo afectará pronto al pueblo venezolano. Su capacidad importadora se diezmará. E igual cosa repercutirá en nosotros, y los casi 7.000 millones de dólares que les exportaremos desde Colombia en 2008, seguramente se reducirán en forma apreciable en 2009.
En todo este escenario cabe mencionar el cambio de tendencia del dólar frente al euro para explicar la devaluación del peso. Hace poco se necesitaban 1.60 dólares para comprar un euro. A la fecha se requieren 1.37 dólares. Ojalá llegara a 1.30 el año entrante.
¿Qué ha sucedido? Según se rumora por ahí, los países de la Unión Europea y Japón venían comprando dólares sin reconocerlo oficialmente, porque al cambio de 1.60, estando ya en recesión no pocos de ellos, pues estaban perdiendo sus mercados de exportación frente a los Estados Unidos y China.
Las tendencias descritas parecen estar respaldadas por fuerzas muy poderosas. Las inversiones están regresando a los Estados Unidos, no por la fortaleza económica de éste sino por la debilidad de Europa y por la crisis crediticia que azota al mundo.
Colombia no gozará del crédito barato en dólares como en años pasados ni es de esperar grandes inversiones de portafolio o especulativas en el mercado cambiario. Motivos por los cuales es muy posible que la devaluación del peso colombiano se mantenga en niveles aptos para defender la producción, las exportaciones y el empleo doméstico.