Tras la exitosa operación Jaque, se observa una seguridad democrática en proceso de consolidación, una estrategia militar y policial en ofensiva contra los actores antidemocráticos, un Gobierno inmerso en una fuerte campaña mediática y psicológica contra las Farc y el Eln, un comisionado de paz que plantea el diálogo directo, retira avales y da a conocer los primeros esfuerzos para establecer contacto con Cano, mientras el asesor presidencial José Obdulio Gaviria envía mensajes francos y directos de rendición, de sometimiento a la ley de justicia y paz e, incluso, descarta de plano, una posible negociación política con las Farc. Estas posiciones contrapuestas entre dos altos funcionarios del Gobierno, porque la una se muestra coherente con una política de paz, en tanto que la otra manifiesta todo lo contrario, es posible que se trate simplemente de pronunciamientos de carácter personal.
En cuanto al Gobierno, por supuesto, que ahora está más tranquilo porque Jaque le permitió quitarse una gran presión política, retomar el control del acuerdo humanitario y hacer a un lado la mediación internacional que hasta el pasado 2 de julio acompañó el proceso humanitario. El presidente Uribe ha sido claro al afirmar que la única factura que debe pasar postjaque es la paz nacional. Sin embargo, el ministro de Defensa nacional ha anunciado una ofensiva militar sin precedentes, en el caso de que los actores violentos no acojan la oferta de diálogo directo.
En fin, estamos escuchando la voz del triunfador, desde luego, una voz autorizada y legítima que ha sido respaldada sin reparos por el pueblo colombiano, y que además, cuenta con un irrestricto reconocimiento internacional.
En el marco de este escenario coyuntural favorable a los intereses del Estado, ¿qué está pasando con las Farc? Esperábamos que el cambio generacional que se dio en la conformación del nuevo secretariado no sólo implicara años, sino filosofía y discurso político. Desafortunadamente no ha sido así. A pesar del origen urbano y educación superior de la mayoría de sus integrantes, el secretariado sigue esclavo de la vieja retórica revolucionaria que animó a las Farc en los últimos lustros. Por este motivo, en sus tres recientes comunicados, persisten en refrendar la leyenda Marulanda, mostrar respaldo y autoridad del nuevo secretariado, anunciar la continuidad del plan estratégico, ratificar con insistencia su cohesión interna, desconocer como interlocutor al presidente Uribe y descalificar la operación Jaque.
Nos ha llamado la atención la forma como se divulgó el primer mensaje del nuevo jefe máximo de las Farc, Alfonso Cano. En efecto, fue difundido a través de una estructura guerrillera de segundo nivel, y aunque dejó entrever un mensaje subliminal, al no mencionar el despeje de Pradera y Florida, fue un comunicado poco relevante para explorar los caminos de la reconciliación nacional.
Podemos colegir, entonces, que la afectación estratégica de las Farc es el principal obstáculo que se debe considerar hoy para entablar unos diálogos directos con el Gobierno. Las Farc serán muy cuidadosas para no enviar un mensaje de debilidad, porque son conscientes de que tienen como interlocutor legítimo a un Gobierno fuerte que pasa por su mejor momento, y que ha graduado con máximos honores la seguridad democrática en el campo de combate. Además, que no escatimará algún esfuerzo para imponer sus condiciones en una eventual negociación política.
El equilibrio entre la presión militar y la flexibilidad política por parte del Gobierno, puede ser la clave fundamental para la construcción de una nueva oportunidad de paz. Las Farc deben entender, de una vez por todas, que las posibilidades para una salida digna del conflicto, se están agotando. Para ellas hoy sólo se visualiza: derrota, atomización y desarticulación interna.
*Mayor General (r), Ejército Nacional
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