Las noticias de niños quemados con pólvora en los pabellones de los hospitales, se volvieron parte del paisaje de diciembre, como lo son también los alumbrados, el pesebre, el árbol de Navidad, la natilla y los buñuelos. Eso de que la pólvora quema, mutila o mata, ni a la sociedad, ni al Estado ni a las familias de los pequeños parece impactar.
Un médico amigo, que ha atendido casos de niños quemados con pólvora, me cuenta que las explicaciones de los adultos siempre son las mismas cuando los pequeños les reclaman por sus quemaduras: "Pa qué se atravesó, mijo. No vio que estábamos quemando pólvora", y que lo dicen con cierto tono paternal.
Aquí parece ser que los únicos responsables son los niños que se les atraviesan a los adultos, que en medio del alcohol queman su pólvora.
Sin embargo, volvemos a la misma campaña de siempre en los medios y desde los gobiernos locales: "No queme pólvora, no se dañe la Navidad", con las mismas imágenes. Pero eso ya no funcionó, porque no le toca la conciencia a nadie, porque es como decirle al paisa que no vuelva a comer fríjoles. Cada año se quema más pólvora, más detonante y más dañina.
Los gobiernos locales y las autoridades policiales se limitan a hacer controles y a responsabilizar a los mayores cuando un niño resulta quemado con pólvora. Pensamos, en años anteriores, que esas sanciones y esa amenaza de cárcel y hasta de quitarles la patria potestad a los papás, servirían para que los adultos cuidaran a sus niños, pero no sucedió así.
Aquí los responsables de quemarse con pólvora no son los niños, así se atraviesen. Es una acción única y exclusivamente de los padres, del Gobierno y de las autoridades policiales.
El Estado tiene la obligación de tomar medidas más drásticas, contundentes, de tipo legal, que apoyen y motiven a las autoridades policiales en sus operativos contra la pólvora. No queremos ver más niños quemados por la pasividad del Estado.
Quemar pólvora es una actividad ilegal en casi todos los municipios antioqueños, pero sus alcaldes, empezando por las autoridades de Medellín, han tumbado la norma al quemar millones de pesos en pólvora, a la que llaman con mucho estilo, juegos pirotécnicos. Pensar que ese dinero es un despilfarro público es otro tema, pero peor aun es que esa actitud desde lo gubernamental está legalizando lo que tanto se critica.
Entonces, cómo se le puede exigir a alguien que no queme pólvora, que otros no la vendan, con el argumento de que de eso viven cientos de familias. La palabra enseña, pero el ejemplo arrastra, según dicen, y el mal ejemplo cunde a lo largo y ancho de esta Antioquia, "porque estamos en diciembre".
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