"Los partidos políticos no mueren de muerte natural, se suicidan". José Enrique Rodó
Mi inexperiencia en política y el no haber pertenecido a ningún partido, me permite hacer la pregunta que titula esta columna. Tal vez si hubiese participado o quisiese participar en las faenas electorales, inexistente la primera situación e imposible la segunda, entendería la necesidad de este tipo de estructuras, muchas de ellas como esas tarimas que se instalan temporalmente y que por su propia naturaleza y oficio, vienen diseñadas para ser transitorias, fáciles de armar y desarmar.
No hay duda de las razones pragmáticas que explicaron la formación de esta organización, como la reelección del expresidente Uribe en 2006 y luego como plataforma, hasta el 6 de agosto de 2010, para que el actual Presidente pudiese serlo, pues por sus propios medios o por intermedio del Partido Liberal, al cual realmente pertenece y representa desde el 7 de agosto del mismo año, nunca lo hubiera logrado.
La U de este partido no era nada distinto de Uribe, así no apareciera explícitamente en la publicidad. Todos lo sabíamos. Hasta yo que no entiendo casi nada.
Pero lo que uno se pregunta es si el nuevo Presidente, que consiguió 9 millones de votos por una U que significaba Uribe, decidió cambiar el sentido de esa U, tal vez por el de "unanimismo populista y burocrático".
¿Por qué no desaparece este partido si ya no es lo que 9 millones pensamos que era? ¿Para qué tiene que seguir asociada la U de Uribe, con un partido que cada vez está más lejano a sus ideas? Con un partido que vota prácticamente en bloque, a excepción de algunos a quienes el carácter sí se les dio al nacer, a la cascada de leyes que son el programa electoral del vergonzante Partido Liberal, el de Samper y de Teodora , que quiere volver al poder regalando de todo para parecer el partido de los pobres, pero sin importarle cómo se va a pagar. Devolviendo tierras, para parecer el partido de los desposeídos, creando una ley que, por no necesitarse pues ya existía el instrumento y por no estar dadas las condiciones de seguridad y de institucionalidad, va a ser la causante de un derramamiento de sangre que reteñirá los colores de su bandera. Perdonando todo a los delincuentes, como si hubiésemos perdido la guerra, disfrazados de amantes de la paz. Impulsando reformas eméticas, como la mal habida reforma a la justicia, promovida y dirigida por el Presidente que ahora intenta lavarse las manos diciendo que fue culpa del Congreso.
¿No será hora que el Presidente declare de frente su deseo de ser reelegido por el Partido Liberal? Y si no es así, entonces que cambie la U por una S, nadie se vista con el uniforme de otro cuando le conviene, y para que además no tengamos que ver al pobre Juan Lozano como la representación de la incoherencia. ¿No será que es tiempo que el dueño de la U, recobre los derechos de la misma o al menos no permita que la enloden?.
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