Una desastrosa actuación del árbitro Wilmar Roldán la noche de este sábado en Pereira dejó al Cali al borde del abismo.
El silbato paisa inclinó la balanza descaradamente a favor del local porque no solo dejó de sancionar un claro penal a favor de los azucareros, sino que sancionó uno inexistente que le permitió al Pereira desequilibrar la pizarra cuando el partido estaba 1-1.
Pero los desaciertos de Roldán fueron muchos más. El primer gol de Darwin Quintero dejó muchas dudas por un supuesto fuera de lugar y cuando se dio cuenta de que estaba siendo bastante localista, comenzó a compensar al sancionar faltas inexistentes a favor del Cali.
Claro que no solo Roldán dejó al Cali al borde del precipicio. Tambien Carlos Darwin Quintero, con su mágica noche y sus endiabladas gambetas, arrolló al cuadro azucarero hasta dejarlo muy lejos del objetivo.
El diminuto delantero tumaqueño se dio un banquete con una desastrosa zona defensiva que estaba advertida de las travesuras del jugador, pero no tomó precauciones y fue otra de las culpables del fracaso azucarero.
El Cali del sábado en la noche, más allá de los desaciertos del árbitro, fue un equipo plano, sin alma, sin coraje y sin vergüenza deportiva. Porque de otra manera no se explica un cambio del cielo a la tierra en apenas ocho días. Del Cali arrollador, que se comió “vivito” al Pereira el sábado pasado en el Pascual, no quedó nada.
La faena de Quintero comenzó a los 20 minutos con el primer gol de la noche. Pero antes, Roldán no pitó penal en contra de Herman Córdoba. El empate fue un golazo de Carrillo a los 52. Pero Darwin, que bailó a la defensa verdiblanca, aprovechó tanta gabela y estiró la ventaja a los 70 y 79.
La derrota deja mal parado al Cali. Lo perjudicó notablemente el árbitro Wílmar Roldán, pero también dio enormes ventajas ante un equipo que llegaba reventado por problemas económicos y por el enfrentamiento de la plantilla con los directivos matecañas.
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