Los oficiales israelíes alaban la humanidad del que llaman "el ejército más moral del mundo", que informa a los residentes que va a bombardear su casa. Esta práctica es "sadismo, santurronamente disfrazada de misericordia", en palabras de la periodista israelí Amira Hass: "Un mensaje grabado que les exige a cientos de miles de personas que dejen su casa, por estar en el blanco del fuego, para irse a otro lugar igualmente peligroso a 10 kilómetros de distancia".
De hecho, no hay ningún lugar en la prisión que es Gaza a salvo del sadismo israelí, que podría exceder incluso los terribles crímenes de la operación Plomo Fundido de 2008-2009.
Las horribles revelaciones provocaron la reacción acostumbrada en el presidente más moral del mundo, Barack Obama: gran simpatía hacia los israelíes, acres condenas contra el Hamas y llamados a la moderación para ambas partes.
Cuando se suspendan los actuales ataques, Israel espera tener la libertad de continuar con su criminal política en los territorios ocupados sin ninguna interferencia y con el apoyo estadounidense que ha disfrutado en el pasado.
Los gazaítas tendrán la libertad de regresar a la normalidad en la prisión administrada por Israel, mientras en Cisjordania, los palestinos podrán mirar en paz cómo Israel desmantela lo que queda de sus posesiones.
Ese es el resultado probable si Estados Unidos mantiene su decisivo apoyo unilateral a los crímenes israelíes y su rechazo al consenso internacional para un arreglo diplomático. Pero el futuro sería muy diferente si Estados Unidos retirara ese apoyo.
En ese caso sería posible avanzar hacia la "solución duradera" en Gaza que ha propugnado el secretario de Estado John Kerry. Esta, por cierto, ha provocado una condena histérica en Israel, pues la frase podría interpretarse como un exhorto a poner fin al asedio y a los ataques regulares de Israel. Y -horror de horrores- la frase también podría interpretarse como un llamado a implementar el derecho internacional en el resto de los territorios ocupados.
Hace cuarenta años, Israel tomó la fatídica decisión de elegir la expansión en lugar de la seguridad, rechazando un tratado de paz integral ofrecido por Egipto a cambio de la evacuación del Sinaí egipcio, donde Israel estaba iniciando un amplio programa de asentamientos y obras de construcción. Israel se ha atenido a esa política desde entonces.
Si Estados Unidos decidiera alinearse con el resto del mundo, el impacto sería enorme. Una y otra vez, Israel ha abandonado planes muy caros cuando Washington se lo ha pedido. Tales son las relaciones de poder entre los dos.
Aun más, por ahora Israel tiene pocos recursos, después de haber adoptado políticas que lo convirtieron de un país que era muy admirado a otro que es temido y despreciado, políticas que ahora está siguiendo con ciega determinación en su marcha hacia el deterioro moral y su posible destrucción a fin de cuentas.
¿Podría cambiar la política estadounidense? No es imposible. La opinión pública ha cambiado considerablemente en los últimos años, particularmente entre los jóvenes, y eso no puede pasarse por alto.
Desde hace algunos años ha habido una buena base de la exigencia popular de que Washington observe sus propias leyes y le retire la ayuda militar a Israel. En efecto, las leyes de Estados Unidos requieren que "no se suministre ninguna ayuda de seguridad a países cuyo gobierno participe de manera sistemática en violaciones de los Derechos Humanos reconocidos internacionalmente".
Israel ciertamente es culpable de estas violaciones sistemáticas y lo ha sido desde hace muchos años.
El senador Patrick Leahy de Vermont, autor de esa cláusula de la ley, ha señalado la posibilidad de aplicarla a Israel en casos específicos y con una campaña de activismo bien dirigida, educativa y organizada, una iniciativa como esta podría tener éxito.
Eso tendría un impacto significativo en sí mismo, al tiempo que constituiría un trampolín de otras acciones para compeler a Washington a ser parte de "la comunidad internacional" y a observar las leyes y las normas internacionales.
Nada podría ser más significativo para las trágicas víctimas palestinas después de tantos años de violencia y represión.
* Profesor emérito de lingüística y filosofía del Instituto de Tecnología de Massachusetts.
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