Familiares, amigos y fanáticos del exboxeador Héctor Macho Camacho acudieron este martes a decirle adiós en un velorio y homenaje realizado en Puerto Rico.
Cientos de personas pasaron ante el féretro abierto de Camacho, dentro de la sede del Departamento de Recreación y Deportes en la capital puertorriqueña. El gimnasio fue acondicionado para la ocasión con alfombra y cortinas negras.
El cadáver fue vestido de blanco y llevaba en el pecho un crucifijo dorado, así como un gran dije que decía Macho, en mayúsculas.
Su madre, María Matías, lloró y le acarició el rostro a Camacho, poco antes de que comenzara el servicio. El ataúd estaba envuelto en la bandera de Puerto Rico.
"Lo mataron", dijo entre llanto Matías en un momento de la ceremonia.
Camacho fue atacado a tiros el 20 de noviembre, cuando estaba sentado en el interior de un automóvil, con un amigo, frente a un bar en Bayamón, su ciudad natal. El amigo, Adrián Mojica Moreno, murió en el lugar de la agresión y el púgil falleció tres días después, cuando los médicos lo desconectaron de un respirador artificial.
La policía informó que hay algunos sospechosos por el tiroteo, pero nadie fue detenido.
Después de que la familia se acercó al féretro, fueron pasando frente a éste miembros muy diversos de la sociedad puertorriqueña, incluidos padres con niños pequeños, ancianos, trabajadores carreteros con sus chalecos fluorescentes, soldados estadounidenses uniformados y estrellas del boxeo en esta isla, incluido el exmonarca mundial Wilfredo Benítez.
"Estamos honrando a uno de los grandes del deporte", dijo Henry Neumann, secretario del Departamento de Recreación y Deportes.
Camacho, de 50 años, salió de Puerto Rico en su niñez, cuando su familia se mudó a Nueva York. Llegó a conquistar los títulos superpluma, ligero y welter júnior en la década de 1980, y libró combates memorables contra su compatriota Félix Tito Trinidad, el mexicano Julio César Chávez y el estadounidense Sugar Ray Leonard. Tuvo una foja de 79-6-3 en su carrera y se le consideró todo un "showman" en el cuadrilátero, donde gritaba "Macho Time", antes de las contiendas, a las que llegaba ataviado con joyas, batas y calzoncillos extravagantes.
Debió luchar contra la adicción al alcohol y a las drogas durante buena parte de su vida, en la que se metió también en varios problemas legales. En el auto donde fue baleado, la policía encontró una bolsa de cocaína, abierta, y otros nueve paquetitos cerrados en el bolsillo del amigo occiso.
Raúl Nazario, agente policial en Bayamón, recordó durante el funeral que un día vio a Camacho y se acercó a él en su auto patrulla para saludarlo. Pero el púgil huyó.
Luego, sin uniforme, el agente se volvió a acercar al boxeador, con quien conversó, rió y se tomó una foto.
Juan Manuel Juanma López, uno de los boxeadores que acudió a la ceremonia, recordó la velocidad sorprendente de Camacho en el cuadrilátero.
"Un gran atleta, como él muy pocos", dijo López, excampeón supergallo de la OMB. "Definitivamente tiene que estar en el Salón de la Fama. Gracias, Macho, por todo lo que nos diste. Que Dios te bendiga".
El homenaje durará un par de días. Los familiares no anunciaron todavía el lugar y fecha del sepelio. Su abogada, Linda George dijo a Radio Isla 1320 que éste se realizaría en Nueva York.