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Punto a punto se teje la historia de Fabricato

Es otra de las empresas emblemáticas del país, ha vivido épocas boyantes y otras críticas en sus 92 años de existencia.

  • Fabricato es otra de las empresas emblemáticas del país, ha vivido épocas boyantes y otras críticas en sus 92 años de existencia.
    Fabricato es otra de las empresas emblemáticas del país, ha vivido épocas boyantes y otras críticas en sus 92 años de existencia.
14 de enero de 2013
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A las mamás de Bello les brillaban los ojos cuando se daban cuenta de que las hijas comenzaban a salir con un trabajador de Fabricato. “Mija, no suelte esa lotería por nada del mundo”, les aconsejaban.

Y lo decían con razón, interés y emoción, no solo por los buenos salarios que recibían sus obreros, sino por los grandes beneficios extralegales que iban desde becas para los hijos, la fiesta de Primera Comunión y hasta construir casas que levantaron barrios enteros alrededor de la factoría fundada en la segunda década del siglo XX. Eso era 40 y más años atrás. En ese tiempo, la textilera que se mantenía como líder del país, también era el motor económico de Bello.

“Ahora no es que haga la diferencia con las muchachas trabajar o no en Fabricato, porque muchas cosas han cambiado”, cuenta Carlos Mario Bedoya, quien lleva 39 años como operario de urdidoras, siguiendo los pasos de su padre, jubilado hace tres décadas. Él creció en una de las casas construidas por Fabricato.

Inicio
A Fabricato casi que no la fundan. A Carlos Mejía, Antonio Navarro y Jorge Echavarría les surgió la idea de crearla, en 1919, y firmaron la escritura de constitución el 26 de febrero de 1920, pero vino la crisis financiera de ese año, que les hizo enfriar los ánimos. Por eso, para abrirla, esperaron hasta el 7 de agosto de 1923.

En la inauguración todo fue fiesta. Asistieron el presidente de la República, Pedro Nel Ospina, y el arzobispo de Medellín, Monseñor Manuel José Caicedo. Y según el historiador Manuel Restrepo Yusti, Candelaria Fonseca, una de las operarias, “quedó maravillada al hacer funcionar la urdidora 2298. Nunca pensó que la perfección de aquella maquinaria fuera tan grande como para que una obrera pudiera atender veinte telares y más”.

Fabricato, bautizada realmente Fábrica de Hilados y Tejidos del Hato, empezó con 80 trabajadores y produciendo 5.000 metros de tela por día. Llegó a tener clínica cuando no había Seguro Social y dormitorios para las obreras. Patrocinó grupos deportivos y culturales.

Al borde del cierre
Fabricato tuvo gran expansión en la décadas de los 60 y 70 con la adquisición de textileras y compra de acciones en empresas del sector, y la concentración de su producción para mercados externos, sobre todo Venezuela. Pero la sed de crecer pasó cuenta de cobro cuando los mercados se contrajeron en 1980 y Fabricato vio el abismo.

Para ese momento, la empresa era controlada por el Grupo Colombia, liderado por Félix Correa. La compañía se quedó sin capital de trabajo, más de la mitad de la planta paró, los pasivos crecían, los clientes se iban y Fabricato se quedaba sin algodón para producir una yarda de tela.

Una junta cívica liderada por Gilberto Echeverri Mejía tomó cartas para salvarla. En 1982, el encargo quedó en manos de Carlos Alberto Robles Echavarría, sobrino de los fundadores y quien estuvo antes en la Junta Directiva. “Fuimos de las primeras empresas en entrar en concordato. Había que recortar gastos. Era salvar el ingreso de más de 8.500 trabajadores y sus familias”, contó Robles, quien presidió Fabricato por 11 años, hasta su retiro en 1993.

El Mercedes Benz de su predecesor lo mandó a vender, a los vicepresidentes los puso a manejar su propio carro y apretó el cinturón en los presupuestos, explicó la situación a los sindicatos y todas las movidas que hizo las informaba a los accionistas, grandes y pequeños.

Al tiempo, Robles lideró una jugada financiera que daría oxígeno a la asfixiada factoría: una emisión de acciones sin precedentes en el país. “Sacamos acciones a 7 pesos y las vendíamos en todas partes, incluso en el Éxito. El lema era: ‘No compre un aguacate, compre una acción de Fabricato’”, recuerda emocionado Robles, quien necesitó cinco años para sacar a flote la compañía.

En tanto, los accionistas de a pie, entre ellos muchos trabajadores de la empresa, vieron recompensado su apoyo a la textilera en 1983 y la acción que compraron por lo que valía un aguacate luego la vendieron por 150 pesos y más.

El bolsillo volvió a quedar vacío al final de los 90. Pero la recursividad de sus líderes la sacó del embrollo. Debió acogerse en 2000 a la Ley 550 (de Reestructuración Empresarial) y sus obligaciones ascendían a 340.000 millones de pesos. Se fusionó a partir del 31 de julio de 2001 con Tejicóndor.

En fin, después de tantos ires y venires, Fabricato resiste hilo a hilo cada embate de un sector amenazado por las altas importaciones de telas baratas, una revaluación del peso frente al dólar que no cede y un contrabando que pasa factura.

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