Al leer las declaraciones que personas y funcionarios involucrados en el caso de los hipopótamos de la Hacienda Nápoles entregaron a El Colombiano, no puede uno menos que horrorizarse. No solo por los animales, sino por las opiniones de estos personajes.
Dice Berta Cruz Forero, del Minambiente, que la caza de control de uno de los hipopótamos (vaya nombre para justificar un fusilamiento) no fue una decisión improvisada sino el resultado de un estudio de dos años.
No cuenta que cuando se alborotó el avispero por esa caza de control, dejaron de cazarlos y recurrieron a expertos extranjeros, que ya están acá, dejando de lado esos dos años de análisis. Ahí sí podían venir a asesorar. Suena a despilfarro de dineros públicos: ¡dos años perdidos! Para ajustar: ¿qué hicieron las autoridades ambientales sobre este caso, desde 1994, cuando acabó el miedo a Pablo Escobar, y 2007?
El jefe de veterinarios de Nápoles indica que "los animales salvajes son impredecibles y su convivencia es feroz... No se puede seguir viendo a estos animales (refiriéndose a los hipopótamos) como si fueran domésticos, ni esperar a que maten personas. En 2008, en África, mataron 150 personas".
Pregunta: ¿cuántos hipopótamos hay en África, cuántos en el Magdalena Medio? ¿Está sugiriendo que hay que matarlos? Sus palabras justificarían la muerte de cualquier especie de animal salvaje. Y acá hay cientos, desde pequeños y medianos felinos, hasta osos y víboras. Cualquiera puede matar un humano, todos son impredecibles, en todos su convivencia es feroz. Que comience la cacería de control, entonces, contra todo lo que se mueva en las selvas.
El director de Bosques de Cornare hace otras afirmaciones increíbles: "...no tenemos la certeza de que los reciban ni siquiera en África ya que se desconoce a qué especies pertenecen y de dónde provinieron". Argumentos pobrísimos. Primero: Sólo hay dos especies de hipopótamos y una subespecie. Segundo: si le da lidia identificarlos, un niño centro africano le puede decir si son pigmeos o son comunes (amphibius). Tercero: para saber si los reciben, hay que hacer los contactos e informar con precisión cuántos hicieron, dónde, las respuestas y demás. Cuarto: saber de dónde provinieron es facilísimo, y dudamos que sea impedimento de traslado.
Agrega: "las especies invasoras son la segunda causa de deterioro de la biodiversidad nacional, después de las presiones antrópicas". Es cierto, pero ¿se ha molestado en medio averiguar cuál ha sido el impacto de estos hipopótamos? Generalizar es la manera más sencilla de ocultar la ignorancia.
No creemos que los hipopótamos sean una bomba de tiempo. Debe atendérseles según las recomendaciones. Confinarlos. Trasladar otros si se requiere y puede. Esterilizar. El mismo Michael Knight, uno de los expertos traídos, afirma que este grupo de artiodáctilos es manejable. No hay que fusilarlos.
Cuando se ordenó matar una familia entera, se justificó con argumentos como que era casi imposible sedarlos. Tras muerto el primer ejemplar, Pepe, y entregado como trofeo (¿?) a un empresario extranjero, ahora sí se pueden sedar para esterilizar. ¿O es que los van a castrar mientras los persiguen a caballo como el Llanero Solitario? Sedarlos siempre fue posible.
Para lavarse las manos y justificar las metidas de patas, se recurre a la desinformación. Qué miedo que nuestros destinos ambientales no sean regidos por la razón. Qué tristeza, por los verdaderos hipopótamos. Y qué pena con ellos.
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