Arañitas, así se les suele llamar a las galletas de papaya que vendía. Su abuela las hacía y luego él las ofrecía en la escuela. Nadie podría pensar que ese pequeño negociante se convertiría, décadas después, en el gobernante electo más poderoso de Venezuela. "Era querido con devoción religiosa. Bastante odiado. Jamás ignorado", señalaron los periodistas Alberto Barrera y Cristina Marcano en el libro "Hugo Chávez sin uniforme ".
Desde joven se interesó por la vida de José Martí y las lecturas marxistas. Estudió juiciosamente el pensamiento de Bolívar y se refería a temas tan complejos como la heterodoxa comunista del italiano Gramsci.
Y sí, ya en otras columnas cuestioné sus caprichos de monarca, el control absoluto de los tres poderes en los que descansa una democracia y la corrupción en las fuerzas militares bolivarianas. Sin embargo, Chávez no era un loco, ni mucho menos inculto como lo pretendieron vender sus más radicales enemigos. La historia resolverá ese interrogante que en alguna ocasión planteó García Márquez: ¿será Chávez un revolucionario o terminará siendo uno de aquellos prolijos déspotas de continente?
Tras su muerte miles de personas salieron a las calles. Lo están despidiendo como a un caudillo, como a esa espiritualidad que se metió en el corazón de los pobres, como a la voz que no fue sumisa ante el país del norte. ¿Por qué tanta adoración si también fue duramente criticado? Un estudio revelado por un docente de la Universidad de Toronto, Carles Muntaner y Joan Benach otros expertos de prestigiosas universidades, puede dar algunas luces.
Según el coeficiente Gini, Venezuela es hoy el país de la región con el nivel más bajo de desigualdad, descendiendo a un 54 por ciento. La pobreza pasó de un 70,8 al 21 por ciento. La pobreza extrema está en 7,3 por ciento. 387 mil adultos mayores recibían pensión, ahora son 2 millones.
En un informe de la Unesco Venezuela fue reseñada con cero analfabetismo y como el segundo país de América Latina, y el quinto en el mundo, en tener proporcionalmente más estudiantes universitarios. Cinco millones de venezolanos reciben comida gratis. En año y medio ha construido 250 mil viviendas gratis.
¿Por qué entonces están desabastecidos los supermercados de ese país? Un integrante de las misiones de Chávez para combatir el hambre no negó eso, pero me aseguró que los pobres tenían garantizada una buena nutrición. Y es que la desnutrición está en un 5 por mil y la mortalidad infantil bajó. Antes de llegar Chávez al poder había 18 médicos por diez mil habitantes, ahora hay 58 médicos. En cuarenta años habían construido 5.081 clínicas. Ahora hay 13.721; además ese país tiene la mayor unidad de cuidados intensivos de la región.
Ahora bien, el Estado venezolano obtiene casi tantos ingresos por recaudación de impuestos como por la venta del petróleo. Por impuestos obtuvo 251.694 millones de dólares anuales. Casi lo mismo que por petróleo. El desempleo está en el 7,7 por ciento, según las cifras dadas por el prestigioso diario Global Finance. Además, su economía creció por encima del 4 por ciento. El Wall Street Journal resaltó recientemente que los bonos que emite el gobierno venezolano se hallan entre los mejores del mundo.
Amigo lector, podría usted, al leer esto, comprender con sorpresa, como yo, las razones por las que la multitud llora en las calles la partida de un caudillo.
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