En la hora cero de aprobación de la reforma tributaria, se oye voces parlamentarias que piden aplazar la aprobación en plenaria del proyecto de ley para marzo del próximo año, otras que insisten en que la reforma es regresiva y hay que archivarla, y algunas más que consideran que aumentará los impuestos y falta a la promesa de campaña del presidente Juan Manuel Santos.
Por eso el primer mandatario y su equipo de gobierno enfilan baterías para allanar el camino del proyecto de ley que tiene este miércoles, y posiblemente mañana, su mayor prueba de fuego en las plenarias del Congreso.
En medio de incertidumbres, el proyecto de ley tendrá su votación con 192 artículos, es decir, 21 más de los que fueron aprobados en el primer debate de las comisiones económicas conjuntas. Asimismo, hay 113 proposiciones parlamentarias que fueron derrotadas en la primera discusión pero que podrían revivir en la discusión que se inicia en la tarde de este miércoles.
Después de que el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas Santamaría, tuvo en la noche del martes una prueba ácida para la reforma en el segundo debate en la Cámara de Representantes, a pocas de horas de comenzar la discusión en el Senado, el presidente Juan Manuel Santos se reúne desde la mañana de este miércoles con las bancadas de la llamada Unidad Nacional.
Así como lo ha hecho Cárdenas en foros regionales y curul a curul con los congresistas, Santos insiste en las bondades de una reforma que no tiene por interés aumentar la tributación, que este año cerrará en más de 100 billones de pesos.
Pero un grupo de 60 parlamentarios, entre ellos el senador uribista Juan Lozano, dejaron claro en una reunión con el presidente Santos el lunes pasado que no acompañan la reforma porque golpea el bolsillo de los colombianos.
Por ahora, el mensaje reiterado del Gobierno es que “paguen más los que más ganan”, en el caso de las personas naturales con el nuevo Impuesto Mínimo Alternativo (Imán). “No puede afirmarse que la reforma sea perjudicial para la clase media. Pagará más impuestos solo el uno por ciento más rico de la población”, insistió anoche el ministro de Hacienda al defender el espíritu de equidad de la reforma.
Esto abrió el debate sobre quién pertenece a la clase media o a la alta, según sus ingresos. Para el Gobierno es toda persona que gane entre 3,7 y 8 millones de pesos, y a quienes, asegura Cárdenas, se les bajará la carga impositiva actual.
En contraste, el presidente de la Cámara, el liberal Simón Gaviria, insiste en que la reforma trae un “golpe a la clase media”. Argumenta que, según la última ponencia, los que ganan entre 3,36 millones y 6 millones se les incrementará el impuesto de renta en 45 por ciento y a los que ganan más de ese tope solo aumenta en 39 por ciento.
De otra parte, un gran temor de los parlamentarios es la posible desfinanciación de entidades como el Sena y el Bienestar Familiar, al cambiar su fuente de sostenimiento de los aportes parafiscales de los empleadores por un nuevo impuesto de destinación específica sobre las utilidades (Cree), al tiempo que se disminuye el impuesto de renta del 33 al 25 por ciento.
El Gobierno insistirá en sacar a flote una reforma tributaria que está en su mayor punto de quiebre, pues de fracasar la iniciativa ahora, será muy complejo su estudio y aprobación en 2013, un año preelectoral en que mucha atención de los parlamentarios estará en sus campañas de reelección.
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