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Resucitó el San Lorenzo

04 de septiembre de 2011
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La transformación arquitectónica, social y cultural que experimenta el cementerio San Lorenzo, es la pieza clave que la Gerencia del Centro instaura para convertir este lugar en referente de ciudad. Los más de dos siglos de historia alojados en este espacio se niegan a desaparecer y a pesar del olvido, el abandono y el estigma, "el cementerio de los pobres", como fue conocido durante décadas, se instaura de nuevo, ya no resguardando muertos sino acogiendo vivos.

"Yo estaba allí, con 13 años. Me fijé bien en los ojos cerrados del Chano, en los huecos rellenos de algodón de la nariz, el color azafrán en la piel. En la mortaja y el escapulario del pecho y en el hilillo de sangre oscura que olía mal y se colaba por entre la madera. Lloraron, gritaron? él ya estaba muerto cuando lo dejaron caer al irlo a enterrar. Después todos se fueron y la tumba quedó sin nombre, al mismo sepulturero se le olvidó preguntar, y en ese desbarajuste de cementerio de pobre, con mil tumbas iguales, el hombre se perdió. Esa noche el cementerio San Lorenzo murió también un poco más".

Así recuerda Wilson al cementerio San Lorenzo, el lugar donde muchos vieron pasar la muerte entre lápidas blancas y columnas carcomidas por el abandono. El cementerio de Niquitao, donde las primeras inquilinas fueron monjas de la ciudad, se convirtió con el pasar del tiempo y ante la falta de dinero, en el último aposento de los pobres. Ellos se adueñaron del terreno y fue allí donde sepultaron a sus dolientes en medio de horas de más de sesenta minutos, con ataúdes a medio construir, con el dolor en la sangre, el alcohol en la cabeza, la música en el ambiente y hasta balas en el aire.

Ese mismo cementerio en 1994 dejó de recibir cuerpos y el 14 de julio de 2007 cerró sus puertas como camposanto. Sus ocho mil bóvedas fueron exhumadas y sus restos fueron sacados y trasladados al cementerio Universal.

Agonizante, el San Lorenzo luchó por revivir y lo logró. Regresó para combatir esa indiferencia en la cual había sido enterrado y se convirtió en un plan de iniciativa de la administración local, un lugar de encuentro para los habitantes de los barrios: Colón, San Diego y Las Palmas, y en un referente cultural y patrimonial para la ciudad.

Con eventos como la Parada Juvenil de la Lectura, exposiciones de silletas, los abuelos cuentacuentos y las actividades recreativas del Inder, el parque cementerio vibra hoy de nuevo. El San Lorenzo sigue expectante a sus cambios. Su inmensa puerta continuará cerrada por un buen tiempo. Observará en silencio cómo todo crece, todo cambia y todo muta. Se convertirá en un espacio diferente en donde la muerte no será excluyente y, por el contrario, cohabitará en forma amable con la vida.

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