"Revisar, revisar, revisar...". Así titula su carta del 10 de octubre el lector Elkin Castrillón Oberndorfer. Dice que "aunque no por la nueva hecatombe económica a la que nos ha llevado la unión de políticos y economistas, sino por mi habitual interés por estos temas, he leído el artículo de Germán Jiménez Morales: "Porrazo del Dow Jones", publicado en la página 13a de EL COLOMBIANO".
Señala que "el artículo está ilustrado con tres gráficas, una de ellas titulada Variación del Dow Jones y las otras dos -ambas- Variación Bolsa de Colombia, aunque son completamente diferentes. Después de confrontar la información se llega a que la última, la más grande de las tres, se refiere a la variación del dólar. Todas las gráficas adolecen del defecto de no indicar las unidades de los ejes verticales y, además, por razones que desconozco, no se utilizan escalas con valores redondeados, sino con una precisión, en este caso centésimos, que poco sentido tiene, especialmente cuando no se pueden ubicar en el tiempo".
Tiene razón el lector. El gráfico sobre la fluctuación del dólar está rotulado como "Variación Bolsa de Colombia". Aquí hay un error lamentable. Errar es humano, pero hay metodologías que permiten enmendar las equivocaciones antes de la publicación, y también después. La escritura del texto y la confección de los gráficos estadísticos, que generalmente son elaborados por el departamento de arte, siguiendo las instrucciones del autor del texto, requieren la revisión juiciosa y oportuna.
El autor del texto debe leerlo y releerlo. Los editores tienen las funciones de acompañar la escritura, de revisar el contenido redaccional y gráfico y darles los respectivos vistos buenos antes de la publicación. No obstante, el error se coló.
Considero que este hecho obliga dos acciones. En primer lugar, rectificar, aclarar y ofrecer disculpas a los lectores. Es decir, corregir la mala información en una fe de erratas.
Y en segundo término, exige ajustar los mecanismos para evitar las equivocaciones. Por ejemplo, el periodista Ricardo Kirschbaum, editor general de Clarín, propone la creación de "los comités de control de calidad como tarea imprescindible para garantizar que las noticias que publican sean creíbles para sus lectores". Esos cuerpos revisores existen, por ejemplo, en The Washington Post, donde inspeccionan la exactitud de las frases de los funcionarios que se citan, las fechas que figuran en un artículo o la seriedad de las fuentes...". El propósito es llegar a cero errores.
Insisto en la necesidad de publicar la fe de erratas. Es una acción de elemental respeto a los lectores. La credibilidad se consigue todos los días. Y todos los días también se puede perder. Si hoy consultamos la edición del 10 de octubre, volvemos a encontrar el error y por ninguna parte la enmienda.
Aprecio las observaciones de los lectores porque nos ayudan a mejorar la calidad del periódico.
*Defensor del lector de EL COLOMBIANO
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