No me queda duda: el Presidente colombiano lo único que nos dejará de su gobierno es un país polarizado, no podemos ocultar que millones de los millones que lo eligieron se sienten engañados, traicionados. Tenemos un gobierno de maratónicos retos sobre todo en lo social, que solo un soñador podría imaginar.
Se han firmado cualquier cantidad de acuerdos de libre comercio con países que empezaron a arruinar la industria colombiana.
El empecinamiento de Santos con los diálogos de paz no tienen ningún asidero, después de todo lo que las Farc tras la disculpa de la mesa de negociaciones le han hecho al país.
Los diálogos se iniciaron con escepticismo de ambas partes y por supuesto de una inmensa mayoría de los colombianos. Los puntos trazados en la agenda, las Farc, a su amaño, los entorpecen con absurdas propuestas a las que el gobierno les ha dicho de mil maneras que no, como una constituyente por solo poner este ejemplo.
Las Farc en una macabra estrategia incitaron a miles de campesinos y gremios a protestar violentamente, tienen a nuestros compatriotas secuestrados en sus hogares sin alimentos, trabajo y demás derechos de primera necesidad.
En una recrudecida violencia asesinaron con sevicia a 15 soldados y policías, y rematan con un amenazante comunicado al gobierno en el que les brindan a los campesinos, asesinos y armamento, para continuar en las protestas. No más diálogos, no más violencia.
Si para lograr la paz nuestro país tiene que ser un lúgubre tapete de sangre, que cese esa farsa.
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