Dice la declaración de los Derechos Humanos que todo ser humano tiene derecho a una nacionalidad, a un país, podemos agregar, a un país digno. Los políticos tienen todo el derecho a ser colombianos pero al mismo tiempo deben ser seres humanos de la mejor calidad. La calidad de un país es la calidad de su gente. Por eso, se necesitan políticos con cualidades muy especiales como dirigentes, y parámetros que son:
Que sean hombres de paz y que detesten la guerra. Que no se comprometan con ningún bando sino que más bien sean puente entre los bandos.
Que muestren la horrible verdad de la guerra con decencia, con delicadeza, pero con fortaleza. Que no valoren la estadística y las cifras más que a las víctimas. Los políticos tienen que entender que los que mueren son hijos, hermanos, novios y que también aman y sueñan, no importa el bando.
Que no pierdan el sentido de lo esencial por figurar en los medios.
Que no se crean el cuento de humanizar la guerra porque la guerra siempre, en todo tiempo, lugar y circunstancia es inhumana.
Que sepan aguantar el miedo y denunciar las amenazas. Que pongan la razón a trabajar con la emoción, o sea que tengan el corazón en la cabeza. Que no paren de pensar y tampoco de emocionarse.
Que no se dejen manipular ni que manipulen. Que sean íntegros, entregados a las nobles causas del entendimiento, el perdón, el respeto.
Se necesitan políticos con alma de acero para aguantar las barbaridades de una guerra que los toca de cerca pero sobre todo para no desfallecer en sus propósitos de paz.
Se necesitan políticos superhombres, no sirven los pusilánimes y acobardados.
Hombres que pongan el pecho por un país justo, equitativo, tolerante y pacífico.
Políticos que no pongan a disposición de los delincuentes el éxito de sus campañas.
Que no vendan sus programas al mejor postor.
Que no utilicen el escándalo como gancho para conquistar adeptos.
Que no sean morbosos ni con el sexo, ni con el chisme, ni con el dolor, ni con la violencia, ni con la religión, ni con el ser humano.
Se requieren políticos que no hagan de la política un show.
Políticos estudiosos, buenos lectores, analíticos, que sepan orientar a la opinión. Políticos que antepongan el interés común por encima de su interés particular.
El mundo necesita políticos intachables en su vida personal, social, espiritual, intelectual.
Hombres que pueden equivocarse en sus acciones, como hombres, pero jamás en sus intenciones.
Que sepan reconocer el error y resarcir el mal causado por el error.
Hombres de paz, de mucha paz interior para que su trabajo sea siempre un aporte al entendimiento entre los hombres.
Se necesitan políticos excelentes, no sirven los solo buenos y menos los mediocres.
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