Como bien saben los lectores, mi tío, el padre Nicanor Ochoa, es alérgico a la política y no acepta hablar del tema. Pero, como les conté hace unas semanas, he encontrado la manera de picarle la lengua sobre el asunto con la simple estratagema de enzarzarlo en una digresión etimológica. Esta vez también se dejó enredar ingenuamente.
-¿Y ahora que estamos en vísperas de elecciones, de dónde viene, tío, eso del suprapartidismo?
-Vade retro, satanás. De eso no se habla en esta casa, muchacho. ¡Nequáquam!
-No, padre Nicanor, simplemente deme una de esas clasecitas suyas de etimologías. Enseñar al que no sabe, usted lo sabe mejor que yo.
-Bueno, será caer en la tentación. El prefijo latino "supra" significa sobre, encima y se usa en español para palabras compuestas, al lado de su pariente "super", que también significa sobre.
-Hemos descubierto el agua fría, padre.
-Espera, sobrino impertinente. Lo que tú no sabes es que "supra", en latín, como adverbio significa arriba, en la parte superior, y como preposición tiene el significado de estar más arriba, más allá. Recuerdo una frase de Plinio que nos decía el viejo profesor de latín en el seminario: "atolli supra ceteros mortales" = elevarse sobre los demás mortales.
-Como quien dice, el prefijo supra, al formar una palabra compuesta, da la idea de trascender, de estar en una dimensión superior a algo.
-Correcto, hijo, y por lo tanto no es algo que resume y acoge aquello que es superado. Por ejemplo, suprasensible no es conjunto de cosas sensibles, sino una realidad que está por encima de la capacidad de los sentidos.
-Muy claro, tío. Está usted como en sus buenos tiempos de profesor de bachillerato.
-Otra cosa es "super", también adverbio y preposición en latín, que al entrar como elemento compositivo en español, da la idea de exceso, demasía, grado sumo o preeminencia. Supersensible no es lo que está por encima de los sentidos, sino algo o alguien que es sensible en demasía. Superolfato no es algo que está por encima de la capacidad olfativa, sino un olfato en grado sumo. ¿Te queda claro?
-Entonces, padre, los suprapartidismos de que hablan los candidatos, ¿qué son? ¿Un suprapartido que está por encima de los partidos, más allá de un partido o de todos? ¿O un superpartido, es decir, un partido político que supera a los demás?
-Ahí está el problema, hijo. Si se miran las alianzas o coaliciones suprapartidistas en épocas electorales, ninguna es en realidad un suprapartido. Ni mucho menos un partido nuevo, distinto. Y menos aún un superpartido. Son y no son. Niegan o aceptan (da lo mismo) las jerarquías de las colectividades (si es que las aceptan) pero es pura finta con fines electorales. Ni la adhesión de militantes o votantes de un partido al candidato de otro partido constituye, por supuesto, un suprapartidismo.
-¿Entonces, qué, tío? Me deja usted como colgando de la brocha.
-Exactamente eso pasa con los suprapartidos. Que dejan a todo el mundo colgando de la brocha. Porque están construidos sobre la indefinición ideológica, sobre infidelidades partidistas, sobre intereses non sanctos . El suprapartidismo no sólo lleva a la agonía de las colectividades históricas de un país, sino que vuelve híbrida, y por lo tanto infecunda, la actividad política. Eso deja maltrecha no sólo la nación, la patria, sino también el gobierno de turno.
-¿Y entonces qué hacer, tío del alma?
-Lo malo muchacho es que por cansancio, por desconfianza, por apatía electoral, caigamos en lo que yo llamo el "infrapartidismo", que se manifiesta de dos maneras: o en la abstención, o en la supresión de los partidos por la fuerza de los totalitarismos y la violencia. Como quien dice, la muerte de la democracia. Ahí sí, que Dios nos coja confesados.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6