Estación Plaza, que también se podría llamar parque. Y en la que las personas se moverían dentro de los órdenes racionales que exigen las ciudades para ser bien habitadas: el templo, el ágora y el Areópago, es decir, las creencias, la sabiduría y la cultura. Este formato, que nos viene desde la Atenas de Pericles y que se reprodujo en la Roma de Octaviano (Augusto) y luego en la Florencia de los Medici para establecerse finalmente en el París de Luis XIV, está representado por el vacío urbano, llámese este plaza porque carece de vegetación influyente y por ello, como en la plaza mayor de Madrid o en el Parque de los Deseos en Medellín, es más el espacio que el contenido. O parque, pues contiene más elementos de naturaleza (árboles y jardines) que espacio libre. Y plaza y parque son dos espacios necesarios para que la ciudad respire y no se amontonen los edificios y las viviendas como si fueran cigarrillos en un paquete, ahogando la ciudad y ampliando el caos.
Desde las ciudades barrocas y rococó (en las que aparece la espacialidad privada y la razón), preámbulo de las ciudades industriales, las plazas cumplieron con ser espacios abiertos coronados, en una esquina, por algún edificio importante: una iglesia, un museo, un teatro, en fin, para que el ciudadano se enterara de la ciudad mientras la caminaba, apropiándose del concepto de ciudadanía dado por esas instituciones. Los parques, en cambio, fueron de dos tipos: los racionales o franceses, caracterizados por la simetría entre sus componentes, por las fuentes, los pequeños jardines y vías con bancas a las orillas para que el peatón descansara y se viera bello entre la geometría en la que descansaba (lo que fue el Parque de Bolívar antes, lo que aún es el Parque Córdova en el barrio Boston).
Y como contraposición a ese parque francés (racional), se creó el parque inglés, amplio como un campo de golf, con pequeños bosques, lagos y espacios para comer, dormitar, pintar, tocar un instrumento o simplemente caminar por entre la naturaleza, el silencio y la biodiversidad. Un parque inglés fue el parque de la Independencia en Medellín (como lo es hoy el parque de El Retiro en Madrid, el Tierpark en Berlín, etc.) y lo podrían ser otros lugares si tuviéramos más sentido de ciudad (menos codicia a cambio de más futuro). Los ciudadanos deben tener un sitio de relax, ya en el interior de parques racionales que dan identidad a los lugares o de parques ingleses que convocan al descanso. Y hay que aclarar, un parque o plaza no es un cuarto de san-alejo, lleno de cosas que no usan ni unos ni otros.
Acotación: Un parque tampoco es un diseño sobre un papel que, soñando el uso del río, desconoce el problema de la movilización vehicular. Los parques pueden estar a un lado del río, se les puede abastecer de fuentes, se pueden internar por entre los edificios y, si se los quiere, pueden ser centros de cultura que abastezcan parte de la noche sin licor.
Pico y Placa Medellín
viernes
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