El 7 de julio de 2012, Mauricio Arboleda se presentó al batallón Pedro Nel Ospina, de Bello, para definir su situación militar. Decidió hacerlo antes de cumplir 19 años para evitarse sanciones.
De Bello lo trasladaron a Puerto Berrío, donde los exámenes médicos demostraron que, por un quiste, no es apto para el servicio. Regresó con la constancia médica en su poder y recibió una factura para pagar la cuota de compensación.
"Volvió a la casa tranquilo, pero le preocupaban los 80.000 pesos que valía la libreta", cuenta su hermana Diana, quien ha estado al frente del caso junto al padre Ricardo Calle de la parroquia Divina Providencia en el barrio Popular 1, donde Arboleda trabajaba como voluntario.
El 8 de noviembre, un camión del Ejército se detuvo frente a la casa de Arboleda. Lo llamaron por su nombre completo y lo condujeron al Batallón de Infantería No. 4 en el barrio Buenos Aires.
Según su relato, lo presionaron para firmar documentos y retuvieron su cédula y la certificación médica que lo declaraba no apto. Le entregaron un uniforme y le asignaron funciones: "Pedí que me repitieran los exámenes porque también tengo asma, pero me decían que en ese momento no se podía, y así se fue el tiempo hasta ahora".
Desde el día de la incorporación, el padre Calle asumió la tarea de pedir a las autoridades de reclutamiento reversar la decisión teniendo en cuenta las excepciones médicas que contempla la ley. El 23 de enero, Olga Beatriz Soto, madre de Mauricio, envió un derecho de petición en el que pedía la revisión del caso.
La respuesta fue fechada el 25 de ese mes, pero llegó dos semanas más tarde. En el documento, el mayor Gerardo Santos, segundo comandante del Batallón de Infantería No. 4, niega que los exámenes no se hayan efectuado: "Se determinó la aptitud para el servicio militar obligatorio tal y como se hace constar en el acta 165 folio 5 de tercer examen médico realizado el 15 de diciembre de 2012; donde el antes mencionado firma con huella".
Arboleda dice que el documento que referencia el Ejército lo firmó por presión de los militares. "El examen fue mirarme de pies a cabeza", dice.
También consultado por este diario, el Coronel Darling Zambrano, comandante de la Cuarta Zona de Reclutamiento, asegura que siempre cumplen con el requisito de efectuar los exámenes médicos y psicológicos antes de enviar a los jóvenes a los batallones "para no correr riesgos en caso de que tengan algún problema de salud".
Tras conocer la respuesta al derecho de petición que interpuso la familia, el padre Calle acudió a la Personería de Medellín. El primero de marzo esa entidad tramitó una tutela en la que se señalan presuntas violaciones al debido proceso y se argumenta que las convicciones religiosas de Arboleda le impiden hacer parte de las filas.
Arboleda permanece en un batallón, mientras espera la decisión del Tribunal Superior de Medellín: "Uno le puede ayudar a la patria de otra forma", dice.
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