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Son los hijos quienes deben complacer a los padres

02 de octubre de 2009
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Mientras que hasta hace sólo un par de generaciones los niños hacían lo posible por complacer a sus padres, hoy somos nosotros los que hacemos hasta lo imposible por complacerlos a ellos.

Hasta donde yo recuerdo, los esfuerzos de mis padres estaban encaminados a lograr que nosotros los respetáramos, obedeciéramos sus órdenes, actuáramos correctamente, tuviéramos buenos modales y fuéramos estudiantes consagrados. Es decir, entre sus obligaciones no figuraba complacernos sino educarnos.

Lograr la aprobación de los padres era nuestro problema y no el suyo. Nos preocupaba portarnos mal y disgustarlos, no estudiar lo suficiente y decepcionarlos, o no estar a la altura de lo que esperaban de nosotros. Así, el instrumento de coacción más eficaz no era el deseo de ser queridos sino el miedo a dejar de ser amados por las personas más importantes del mundo para nosotros.

Pero en la actualidad parece que se han invertido los roles, y ahora somos nosotros quienes tenemos que complacer a los hijos para que nos amen ? y no a la inversa como en el pasado. Lo más grave de este fenómeno es que hoy son los niños los que mandan y los padres los que obedecemos ? una situación sin precedentes entre las generaciones anteriores.

El precio a pagar por el amor de nuestros hijos no puede ser ponerlos en el lugar que nos corresponde como padres ?ni dejar de hacer por ellos lo que no pueden hacer por sí mismos: establecer límites que los mantengan dentro de lo que es correcto y saludable, aunque no sea lo más divertido.

Tenemos que exigirles más que agradarlos, ganarnos su respeto más que su amistad, y luchar contra el infundado temor a perder su amor si no los complacemos. En esta medida podremos aliviar a los hijos del terrible peso de ser quienes nos otorgan su aprobación, para volver a ser quienes procuran ganarse la nuestra.

*Educadora Familiar

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