Al tomar estas páginas y comenzar a leerlas tal vez no haya caído en la cuenta de que es uno de los colombianos afortunados que sabe leer y escribir, porque en el país de cada 100 personas que comienzan la primaria, 40 la abandonan.
De pronto tampoco haya pensado que actividades de la vida cotidiana que implican la exigencia de derechos ciudadanos como llenar un formulario en un centro de atención médica o situaciones diarias como leer el aviso de un bus para movilizarnos en la ciudad son, para algunas personas, imposibles de realizar porque no saben leer.
Para esos colombianos que quedaron excluidos del sistema educativo porque la violencia los sacó de sus tierras, porque la pobreza los obligó a trabajar desde niños o porque sintieron que el estudio no era lo de ellos, se creó la Fundación para el Desarrollo Social Transformemos.
Desde 2007, más de 300.000 personas de los departamentos de Boyacá, Cauca, Córdoba, Cesar, Nariño, Meta, Sucre y las ciudades Cartagena y Barrancabermeja, las que han pasado por las aulas, en las que a través de Transformemos se inicia un intercambio de saberes. Y es que según su director de Desarrollo Social, Rodolfo León Ardila, este es un proceso en el que profesores y alumnos descubren que todos tienen algo que aprender.
No se trata de aprender a juntar letras y descifrar palabras. Se trata de que las madres de la Costa del Pacífico aprendan ciencias naturales al preparar la solución de suero oral que salvará la vida de sus hijos afectados por una diarrea; y matemáticas cuando calculen los porcentajes y las medidas de sus ingredientes.
Se trata de que un albañil de Boyacá, al que le dijeron que era "bruto" y tuvo que dejar el colegio en sus primeros años de escuela, descubra que cuando pega ladrillos y levanta una plancha, está aplicando fórmulas de geometría que en un colegio tradicional pensarían que él no podría entender.
Es un proceso, en el que ahora participan soldados voluntarios en Boyacá, que ya pueden mandarle una carta de amor a sus novias o llenar el giro mensual para sus madres.
¿Cómo funciona?
"La gran falla de la educación de adultos en el mundo es que se les trata como niños. No se responde a lo que ellos necesitan", explica Ardila. De ahí que con ellos, aunque se cumple con el currículo exigido por el Ministerio de Educación, se trabaja desde temas de su vida cotidiana. Por ejemplo, el control de natalidad, una de las grandes problemáticas de los estudiantes de 16 y 17 años donde han detectado altos índices de embarazo.
Para darles esta instrucción se han firmado convenios con administraciones municipales y departamentales, el más significativo es el que se hizo con la Alcaldía de Cartagena donde se redujo el índice de analfabetismo a menos del 1 por ciento. Lo que convierte a esta ciudad en la primera en erradicar el analfabetismo en el país.
Cuando se firma un convenio lo primero que se hace es buscar la riqueza cultural de esa comunidad, saber cuáles son sus necesidades y sus costumbres. Por eso, los libros de texto del Chocó no son los mismos que se utilizan en Boyacá.
Luego comienza la búsqueda de alumnos. Esta muchas veces se hace puerta a puerta, porque quienes tienen que abandonar el sistema educativo sienten vergüenza de ingresar a un programa de estudios.
En una de esas búsquedas encontraron a Justo Valdés, creador de la champeta. "El no sabía leer ni escribir y lo tumbaban siempre en los contratos. Tenía que pagarle a un muchacho para que escribiera las composiciones. Ahora es profesor de folclor en las instituciones que aplican el modelo Transformemos, porque es una persona con muchos conocimientos para compartir", cuenta Ardila.
La otra fase es concretar horarios y calendarios de clase, porque son personas adultas que tienen que trabajar y proveer alimento a sus familias.
La meta es darles una excelente educación porque como ha dicho la directora la Fundación, Aurora Carrillo, el "hecho de que sean pobres no quiere decir que se les dé una educación pobre". De ahí que cuenten con 1.200 aulas interactivas para acercarlos a la tecnología que ellos mismos califican de "maravillosa".
Ahora, cuando usted termine de leer esta nota piense que es un afortunado porque tuvo la oportunidad de aprender en un colegio, quizás de llegar a la universidad y de pronto la vida le permitió hacer un posgrado. En Colombia hay 10 millones de personas que no pudieron terminar sus estudios y 2,7 millones que son iletrados. ¿Qué está dispuesto a hacer para ayudarlos a volver a un aula?
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