Las manos de Maritza tuvieron que trabajar solas en diciembre para elaborar el tradicional pesebre en su casa. Si no fuera por la tristeza en su rostro pudiera pensarse que para ella y sus dos hijos esta Navidad fue tan feliz como cualquier otra. Es que su casa en Rionegro reluce por los adornos coloridos y por un enorme árbol de Navidad.
Pero lo cierto, es que desde marzo el brillo de su hogar se atenúo porque falta la estrella mayor: su esposo.
Rubén Darío Quintero es uno de los ex congresistas recluidos en la cárcel La Picota en Bogotá. Está sindicado de presuntos nexos con grupos paramilitares.
El 2008 fue el año más triste para esta familia. Desde que Quintero está en la finca Villa Pike, como prefiere llamarle su esposa, no ha dejado de visitarlo cada fin de semana. El 24 y 31 de diciembre se reunieron con sus hijos, quienes procuran viajar a Bogotá cada 15 días para no descuidar sus estudios y darle a su papá el apoyo que necesita para sobrellevar la pérdida de su libertad y los señalamientos.
"Este tiempo es muy triste para mí porque es tradición que entre el 23 de diciembre y el 2 de enero todos tenemos que estar en la casa con los hijos, mis hermanos y sobrinos pero el primero que quedé mal fui yo", dice Quintero con una voz melancólica desde el otro lado de la línea. Un celular y un computador con Internet son las herramientas que le permiten mantener la comunicación con sus seres queridos.
Sigue presente
Él siempre lideraba los encuentros con sus 9 hermanos y la familia de su esposa. Ambas de Rionegro. En su casa rezaban la novena y el 25 de diciembre iba a las veredas más necesitadas del Oriente a llevarles regalos a los niños. Este año no cambió. Su esposa, a nombre de él, no le faltó con los traídos a la comunidad.
"Aquí los días son iguales. El 24 de diciembre hicimos una cena pero entre comillas porque fue a las 2 de la tarde", comenta Quintero quien lo único que desea para el 2009 es que le llegue la justicia. "Es que es muy duro estar aquí y más injustamente. Porque si yo hubiera cometido un error hasta estuviera tolerando esto, pero soy completamente inocente", asegura el ex congresista.
Para él y su esposa, el final del año estuvo cargado de sentimientos. Pero hay uno que se diferencia entre los que comparten las personas por esta época: el amor que los une. El 30 de diciembre celebraron 28 años de haberse conocido en unas fiestas en Rionegro y este mes, brindarán por 25 años de matrimonio.
El miércoles no pudieron despedir el año juntos. La visita en la cárcel solo fue hasta las 7 de la noche. Ese día Maritza llegó temprano con sus hijos para aprovechar cada minuto con Rubén Darío. Allá tuvieron una misa y cenaron con las familias de los demás congresistas detenidos. "Uno sale de allá con el alma arrastrada", dice su esposa para quien la amistad con las compañeras de los otros dirigentes políticos ha sido muy importante para sobrellevar la pena.
Esa misma noche Maritza regresó a Rionegro para abrazarse con sus hermanos y desahogar la tristeza que le produce estar lejos del papá de sus dos hijos, Esteban de 22 años, y Nataly de 19. "Despegar de allá es muy difícil pero nos ha servido mucho entregarnos a la oración", dice.
Por lo menos, para Maritza es tranquilizador el hecho de que su esposo está en un espacio digno. Es como una "escuela", comenta. Tienen una cancha de baloncesto y otra de fútbol y cada uno tiene su habitación con llave.
Buscando darle un poco de cura al alma, Rubén Darío y el 80 por ciento de los congresistas detenidos en la Picota rezan todos los días el Rosario a las siete y media de la noche.
"Él está muy triste, muy decaído, pero yo estoy sacando fuerzas. Él me ha dado muy buena vida. Por eso tengo reserva para mantenerme bien y visitarlo todos los fines de semana", dice su esposa.
No es el único
Muchas veces, las esposas, hijos, familiares o amigos de los ex congresistas antioqueños en la cárcel se encuentran en el aeropuerto. La mayoría acostumbra visitarlos los fines de semana.
Eso le pasa regularmente a Maritza con la esposa del ex congresista Humberto Builes. "Con Amparo me he encontrado varias veces en Bogotá y con las señoras que vienen de la Costa. Todas somos muy unidas", comenta.
Tampoco para Amparo Cardona ha sido fácil el hecho de que su esposo esté en la cárcel desde el 11 de abril. Sus hijos José Humberto, de 31 años, Andrés de 26 y Lorencita de 20, aún no se reponen. "Mi hija estudia Derecho y ha estado con sicólogo porque no acepta que su padre esté en la cárcel. Le parece injusto", dice.
Con sus hijos no ha descuidado al ex parlamentario. "Todos los fines de semana viajo y ellos lo hacen cada 15 o 20 días", anota Amparo.
Desde la reclusión de Builes en La Picota la vida tampoco ha pintado muy bien para esta familia. El ánimo está decaído y más cuando no hay luz verde que indique que recobrará pronto la libertad.
El 13 de septiembre cumplieron 34 años de casados. "Fue muy triste ese día". Pero más triste aún fue el 31 de diciembre. "Lloramos todo el día. Fui con mis hijos, mis hermanos y sobrinos".
Es que ni ella ni ningún miembro de su familia pensó que pasarían un diciembre tan doloroso.
"Siempre la Navidad y el fin de año nos reuníamos todos. Nunca pensé que iba a empezar un año tan mal porque este dolor va a continuar hasta que ellos no tengan la libertad", dice la esposa de ex congresista antioqueño.
En Antioquia el escándalo de la parapolítica salpicó a varios dirigentes. Hoy están en la Picota además de Quintero y Builes, el ex senador Guillermo Gaviria. Mientras que la ex representante Rocío Arias está en el Buen Pastor.
Para sus seres queridos, ellos son inocentes. Firme en esa idea, Maritza no dejará de orar para que su esposo recupere la libertad.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
