A Pamela le gusta ser fiel. Muy fiel, que no es lo mismo. En los respiros, en la emoción, en lo más mínimo, hay algo que es solo de ella, o de ellos.
Detrás de los poemas, por supuesto, hay un poeta. Ese que los escribió y que agarró un pedazo de mundo para dejarlo en el papel, así los temas, como dice Esteban Moore, poeta argentino, siempre sean los mismos: el amor, la vida, la guerra, la muerte, "pero vistos de diferentes maneras".
Y detrás del poeta, que habla inglés, francés, chino, wayuú o el idioma de donde venga, detrás, muchas veces, está alguien que le sigue los pasos y le traduce el español de las calles, en este caso, de Medellín.
Los intérpretes, habría que decir, aunque a Pamela no le convence la palabra, porque le parece que no les interpretan, sino que traducen en español lo que dicen y les traducen lo que quieren escuchar, fiel a sus palabras y a lo que ven.
Así pasa en el Festival Internacional de Poesía de Medellín, que ayer, con música y poemas le dijo adiós a la edición número 20.
Por un lado, entonces, los intérpretes como Pamela Ospina, quien es la coordinadora de éstos en el Festival. Y por otro, los traductores, esos que pasan el poema que se escribió en inglés, a español, por ejemplo. Algunos, al tiempo, también son poetas, como Esteban Moore.
Al principio, en el Festival estaban los amigos que ayudaban. Él que sabe inglés, ella que habla francés. Después vieron la necesidad, expresa Pamela, "que hubiese un pequeño Hermes". Y como ella también era amiga, también le gusta escribir, sabe inglés, un poco de francés y algo de otros idiomas, además de interesarse por "el lenguaje y lo comunicativo", pues quedó como el Hermes oficial.
Su idea, precisamente, hacerlo bien. No se trata de resumir lo que el otro dice, porque si cuando se habla se tiene algo de cada uno, como así lo cree, traducir lo que el otro dice, significa ser literal, guardando las proporciones idiomáticas. "Me cuentan una historia y yo hago imágenes. Si uno realmente está escuchando, puede decirlo igualito", dice la joven.
Los intérpretes son, en palabras de Pamela, como la pega entre el mundo del poeta y el del que visitan. Una pega con la que se crea complicidad y hasta se vuelven amigos. Y los poetas se apegan a ellos y ellos que tienen de primera mano, incluso, esas discusiones de poeta a poeta y, sobre todo, de una persona que vive en África, con otra que vive, digamos, en Chile.
"Es ver que no hay kilómetros de distancia, que entre las personas, independiente de donde sean, se crean conexiones muy bacanas. Cada año uno encuentra a alguien que lo entiende. Hay al otro lado del mundo gente que piensa como uno", cuenta Pamela, quien después de cada Festival queda con amigos poetas, que gracias a internet puede seguir en contacto.
Bien, queda además con una lista de autores que le gustan, porque según Pamela, cuando hace clic con un poeta, porque encuentra conexión y hay energía entre ella y él, pues los poemas le gustan, quizá por lo mismo. "Es muy bacano. Uno termina siendo el compinche, pero también admira y aprende".
Pamela tiene secretos de ellos, como que, por ejemplo, y como en todo, entre los poetas también viene uno que es "chistín", otro que es romántico, uno que es casanova, una que es la superdiva. Cada año y de diferentes lugares, sabiendo que, en palabras de esta intérprete, cada uno es único.
"Cuando un poeta dice que ellos son la voz de los que no pueden hablar, nosotros podríamos decir, en cierta medida, que somos la voz de ellos".
De ese idioma al español
Escribir un poema, dice Esteban Moore, ya es traducirlo. "Siempre estamos traduciendo", en tanto se trata de llevar una imagen o un pensamiento a las letras, como lo ve el poeta.
Luego vienen otras traducciones, esas que permiten que el poema llegue a otros, en una lengua que no es en la que se escribió. Habría que preguntarse entonces si no sería un nuevo poema, por eso de los juegos de palabras, de que una de ellas puede tener varios significados. "Algo se pierde y también algo se gana", explica Moore.
Se trata entonces, según él, de que ese poema funcione en la lengua de adopción. Que tenga, por tanto, música, que el traductor "conquiste", en el buen sentido de las palabra, y lo apropie.
Y, por supuesto, cada traductor puede hacerlo diferente y resultar un poema distinto, por eso, cuantas más versiones haya, mejor, más rico se hace el poema, sabiendo que "toda traducción -señala el poeta argentino - es el original para aquella persona que lo lee".
Lo que es claro, es que las traducciones son importantes para difundir la poesía, incluso cualquier texto. La palabra es universal, aunque existan diferentes lenguas. Solo que hay que romper la barrera, porque, expresa Pamela "hay tan poquito traducido, que es un gran bache impresionante. Y ser un buen traductor y un buen intérprete es ser un activista de la palabra".
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