Querían que la frase de Manuel Mejía Vallejo no se hiciera realidad: “Uno se muere cuando lo olvidan”. Y como no lo han olvidado, cantaron el cumpleaños como si el escritor estuviese en la mesa, listo para soplar las 90 velas. “Los poetas no mueren, porque su poesía no muere”, dijo el actor Carlos Muñoz, invitado a leer dos poemas del autor antioqueño: “A mí me gusta la fiesta/ porque la muerte está encima”.
Sin embargo, esa no fue la única manera de celebrar. Este martes, justo el día del cumpleaños de Mejía Vallejo, se presentó en la Feria del Libro de Bogotá la Ley 1619 del 8 de marzo de 2013, “por la cual se rinde homenaje a la vida y obra del intelectual, librepensador y escritor Manuel Mejía Vallejo y se decretan disposiciones y efectos en su honor”.
Esas disposiciones pasan por la reedición de sus obra, una estampilla filatélica, un porcentaje de dinero de los recaudos que se obtengan por la estampilla Procultura (en la que ya se trabaja, porque debe ser ordenada por la Asamblea de Antioquia), la intervención urbana Paseo Aire de Tango, en homenaje a la novela del escritor, y un Festival de cosas buenas, que se realizará cada año, en julio, en su honor.
“Esta es una manera de preservar su memoria y su legado, que no está solo en su obra escrita”, señala María José mejía, hija del autor y directora de la Fundación Manuel Mejía Vallejo.
Una ley de honores que quiere que Manuel Mejía Vallejo no se olvide, sino que se mantenga en la memoria. Porque mientras se lea su obra, no se habrá ido. “Tal vez escribo –escribió el autor en 1986 – por un lejano instinto de conservación, por vanidoso temor de esfumarme completamente, de que seres y cosas que atestiguaron mi camino de hombre lleguen a morir en mi propia muerte: la obra sería un rastro que dejo, retazos de historia que viví y que me obligaron a soportar; un deseo ingenuo de cambiarla”.
La Feria
No solo hay libros en esta Feria del Libro. También hay que leer las exposiciones. En la entrada principal, en la plaza de banderas de Corferias, hay una que sorprende y pone los pelos de punta: la exposición de memoria histórica y niños perdidos de la Fundación armando Armero, que comparte la investigación de los últimos años.
La fundación tiene un Libro blanco, donde ha recogido historias que cuentan que muchos niños sobrevivieron a Armero y aún están desaparecidos. Quieren decir que la avalancha de hace 27 años no fue la única tragedia que ocurrió. Que todavía hay historias que no se han resuelto.
Por eso las imágenes van contando. Los textos terminan de decir. Ejemplo. María del Pilar Segura. La foto está abajo.
Una foto a color, a la que se le nota los años. El texto está en la mitad: “A María del Pilar se suma también el drama de su madre, a quien vimos viva en un video de la época de 1995 y en 2010 su hija María Mercedes identificó por segunda vez en un noticiero. María Mercedes busca a su hermana y a su madre. De la menor se tuvo noticias en 1985, que había sido rescatada con vida”.
Historias para recordar y para no olvidar. Más en días de invierno como el de esta tarde en Bogotá. Lluvia que no hizo ir a los visitantes que persistieron en los libros.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6