Vuelve la controversia sobre cómo manejar el problema de las drogas, como consecuencia del Informe de la Comisión Global de Políticas de Drogas. No es un tema fácil. La evolución del enfoque varía según los resultados de cada país. En Colombia hay dos de estos resultados que van dando claridad sobre el tema.
Por un lado está el éxito reconocido mundialmente de las políticas integrales contra la cadena del narcotráfico. Desconcierta, entonces, que frente a este éxito surja la propuesta de la Comisión. Por el otro, están las consecuencias del concepto de dosis mínima y libre desarrollo de la personalidad.
Colombia ha reducido las áreas cultivadas, sustituido cultivos e incautado drogas. Pero ha pasado de ser un país productor y comercializador a ser también un país consumidor, con la cadena de criminalidad que esto genera. Todo como resultado de la tesis del libre desarrollo de la personalidad.
La Comisión se queda en el tema de la salud y abandona, de modo desconcertante, el concepto de estrategia global e integral. No es válido pensar sólo en los derechos de los drogadictos. Están los derechos de toda una comunidad y la búsqueda del bien común. Ambos enfoques no son excluyentes sino complementarios y como tal se deben manejar.
Obvio que hay que tener en cuenta el tema de salud pública y, en este caso, de salud de los drogadictos y apoyo a sus familias. Pero no pueden ignorarse los temas financieros y mucho menos los de criminalidad. ¿Acaso no notamos que donde hay consumo hay violencia?
La propuesta de la Comisión va en contra de la estrategia que se ha mantenido por cincuenta años. No faltará quien diga que este número de años es indicativo del fracaso del enfoque. Pero no es así. El enfoque es correcto. Lo que sucede es que el tema es de la mayor complejidad, con aristas mundiales, nacionales, regionales e intrafamiliares.
La Comisión no logra demostrar que sus planteamientos y nuevo enfoque vayan a reducir el consumo y la criminalidad. Observando lo que ha pasado en Colombia con la despenalización de la dosis mínima, podríamos decir que sucederá lo que se ha venido evidenciando: se dispararán el consumo y la criminalidad. Mucho más porque esta Comisión no acepta la acción policiva.
Siempre hemos creído que priman los conceptos de sociedad y comunidad. Sin embargo, para esta Comisión prevalecen los conceptos de drogadicto y familia. El deber ser exigiría un enfoque del adicto y su familia dentro de una comunidad que tiene derecho a las buenas costumbres y la tranquilidad.
La Comisión Global de Políticas de Drogas va contra la estrategia que ha manejado Estados Unidos, contra la tesis de la corresponsabilidad mundial, y reduce el problema a un enfoque nacional. Además elimina los compromisos adquiridos en convenciones internacionales.
Creemos, pues, que esta Comisión está desenfocada, o mejor, que sólo enfoca el tema de la adicción como de salud pública e ignora la complejidad del problema de las drogas.
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