La Batalla de las Estrellas con Messi y sus amigos arrancó una hora y 35 minutos después del horario que había pactado la empresa Live Entertainment.
Quienes llegaron temprano al escenario, entre ellos muchos niños de la ciudad y de otras regiones del país, incluso del exterior, soportaron una larga espera que sólo se matizó con la música del reguetonero Pipe Calderón cuando durante la promoción del evento habían prometido seis artistas.
Al momento de comenzar el partido el entusiasmo había decaído, pues el cansancio que generó la fila para el ingreso, la sed y el hambre hicieron mella.
La causa del retraso no comenzó ayer en las afueras del Hotel Intercontinental, cuando algunas personas bloquearon la salida del bus que llevaba los jugadores que iban hacia el estadio. Todo nació en la víspera, en la famosa cena con Messi.
Comprar una boleta de $1.242.000 supuestamente daba derecho a compartir un rato con el ídolo argentino y recibir su autógrafo. Pero ese día Lionel solo estuvo en el sitio escasos 10 minutos mientras respondió tres preguntas en la rueda de prensa, que se hizo en el lugar equivocado al mezclar prensa con fanáticos.
Ahí empezaron las protestas de los aficionados que se sintieron engañados. Ante las voces de descontento, el manager de Messi tomó el micrófono y se comprometió separar un espacio ayer para que "solo los niños" cumplieran el sueño de tomarse una foto y recibir el autógrafo del mejor futbolista del mundo. El dirigente aclaró que lo hacía para complacer a los chicos, a pesar de que esa actividad no estuviera contemplada en el itinerario del jugador.
Pero ayer llegó la hora pactada (3:00 p.m.) y nada se cumplió, lo cual generó la protesta de padres inconformes y niños decepcionados. "Creí que Messi era un gran jugador y también gran persona", dijo un pequeño que llegó al estadio en un bus, con la esperanza de tener cerca a su ídolo. Y es que para permitir el desbloqueo en el Intercontinental tuvo que mediar la Personería. Se dispuso de un transporte especial para llevar hasta el estadio a las personas que tenían la boleta, ingresarlos por una puerta especial y llevarlos al camerino para que alcanzaran lo prometido. En el entretiempo no fue, puesto que los equipos se quedaron en los bancos. ¿Se cumplió lo prometido al final? Al cierre de edición no se sabía.
Los goles del primer tiempo y los del final quizás caldearon los ánimos. Y los saludos generosos del ‘10’ que, de uniforme verde, mostró su calidad a media máquina. Muchos regresaron felices a casa, otros "decepcionados y engañados" como dijo el joven Juan Pablo Forero n
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