Muy apreciado doctor Rodolfo Llinás, vi una larga entrevista que le hicieron en nuestra televisión y en verdad no me pareció tan interesante como esperaba. En primer lugar porque nos quiso hacer una película de suspenso anunciando la pronta curación del mal de alzhéimer con una pastilla y esa táctica ya la agotó el famoso hombre de cine Alfred Hitcock. Total, que por ese lado, nada apreciable.
En la parte profunda de la entrevista entró usted en el campo de Dios y terminó diciendo que si usted no le veía la boca o las piernas o la cabeza a Dios pues no podía creer en él. Yo no puedo discutir eso, don Rodolfo, porque mi fe no da lugar a discusiones, pero sí me extrañó que hiciera un debate mediocre en torno a la existencia de Dios. Sobre ese tema le tenemos que responder como el cura que le dijo a la matrona que fue a confesarle sus dudas sobre la Santísima Trinidad: no se meta en eso mi señora, que le queda muy fondillón...
Por lo demás, distinguido doctor Llinás, no miento si le digo que lo creía más inteligente y hasta más brillante. Y en el fondo de mis pensamientos sobre su madura supermente, pienso que me puedo quedar, sin perder nada, con la filosofía de Kid Pambelé...
PAUSA. "Lo malo nunca acaba, pero con el tiempo duele menos".
AZÚCAR. Comenzó en serio la guerra contra el azúcar que sigue a la de la grasa. Ya se ha dicho desde los laboratorios de varios países, que los niños deberían tomar aspartame en lugar de azúcar. Se asegura que los edulcorantes artificiales no hacen ningún daño al organismo. Adiós panelitas de coco y dulce, dulce de brevas... Yo sé que la noticia es amarga, pero es más amargo comenzar desde niño a soportar enfermedades que vienen precisamente por el consumo del azúcar.
¿No se siente capaz de abandonar el azúcar? Haga el ensayo por unos días y va a ver que es posible y que su peso comienza a bajar y que su salud empieza a mejorar. Frente a estas teorías de la grasa y los dulces las gentes oponen la dieta de nuestros abuelos: tazones de aguapanela con arepa y quesito y fríjoles con chicharrón precisamente cuando más dañinos son, antes de acostarse.
Pero es que el mundo cambia y nosotros no somos nuestros abuelos, ni el aire que respiramos lo respiraban los antepasados. Pero frente a estas teorías de nuestros amados abuelos, tenemos las de muertes "misteriosas" como el cólico miserere que no era más que una apendicitis y así otros males absolutamente mortales, como esos ataques fulminantes que no estaban siquiera clasificados. Deje a un lado la DOLCHE vita y viva mejor sin tener que ver cómo se le suben las hormigas por el chorro.
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