El mundial de fútbol es una fiesta que se celebra cada cuatro años, que no sólo se vive por televisión, o los más afortunados, en los campos y el país en que se celebra. Hay otro acontecimiento importante para los amantes de este deporte y los coleccionistas: el álbum.
Es tan esperado el momento, que días antes que el álbum saliera al mercado, la gente ya empezaba a comprar láminas, ordenaba los jugadores, los estadios y demás, para tener la información completa.
Cuando se piensa en los álbumes, la gente imagina los niños cambiando sus caramelos, contando los que faltan y llenándolos, pero en este caso es distinto. Todo el mundo saca ese pequeño que lleva adentro, para intercambiar y crear el suyo. No hay edades. El álbum del mundial lo llenan niños, grandes, hombres o mujeres, e incluso los que solo lo quieren tener, por simple moda.
El golazo
Y también está la otra cara del balón. Los que más que llenarlo, hacen su agosto en el mundial, y se dedican a vender esa figura que le falta en la página 10, para poder tener el equipo completo.
David Álvarez lo descubrió por sí mismo. Después de llenar su álbum, lo vendió y fue cuando se le ocurrió, que tal vez, "sin ponerle mucha fe", podría resultar un negocio. Y contra todo pensamiento, ¡qué negocio!
Después se unió con su amigo Juan Diego Mesa, y de comprar una caja, y otra, dijeron entonces, "esto es mero negocio".
Todo funciona así: venden por caramelos, no por sobres. En su mesa hay montoncitos, organizados por equipos, por las que son "huesos" y por las más escasas, según una lista que les pasaron. Y los precios cambian. Para las más difíciles, como la del arquero de Sudáfrica, o los jugadores de Chile y México, entre $1.500 y $3.000. Para el resto, como la de Messi, "sale mucho porque es figura", cuenta David, a $300, o si compran en cantidad, $200, puede ser. Y la más cara, Ronaldinho y la copa, que vale $4.000.
El trabajo no para. El sábado anterior se hicieron 300 mil . "En precios no estamos tan mal. En este punto usted está seguro y se va con láminas, y sin plata", se ríe Juan Diego.
Sentados en su silla, las personas van llegando. Pocas veces intercambian, salvo que alguien traiga una figura. Se escucha que una rebaja, que le revise la lista o el montón que trae en el bolsillo y un "escoja las más tenaces y ahí miramos", les dicen. Revisan con cuidado, que no se les vaya a ir la que no es y entonces, "no parce, esto es un hueso". Ya se saben el orden, el número y hasta el lugar de unas cuantas.
En la mesa están los caramelos. ¿Y las que queden? "Será para empapelar el baño", bromea David.
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