En Venezuela no es extraño encontrarse en la calle dos opiniones diversas de un mismo tema o dos maneras de querer hacer las cosas, como resultado de la profunda división que ha calado en la sociedad en la última década. El turno le corresponde a la Iglesia Católica.
Hace varios días revivió una polémica con la creación de la Iglesia Católica Reformada, que se dice tiene detrás al gobierno venezolano, que estaría, a través de empresas como Petróleos de Venezuela S.A. (Pdvsa), patrocinando la nueva congregación, algo que rechazan quienes se han erigido como sus jerarcas.
Este nuevo capítulo comenzó cuando al final de junio dos ex sacerdotes católicos y dos pastores luteranos presentaron en sociedad la nueva Iglesia que se mostró como una alternativa a la católica, apostólica y romana a la cual identifican con una "jerarquía eclesiástica monárquica y burguesa".
La nueva Iglesia, que ya tiene parroquias en Zulia, Trujillo y Carabobo y alguna presencia en Caracas, tiene como objetivo la creación de un hombre nuevo que piense en comunidad y abandone el egoísmo y el individualismo para "vivir de acuerdo a las enseñanzas de Cristo".
Son esas premisas y algunos rumores los que hacen que algunos voceros de la Iglesia Católica y de varios partidos políticos la vinculen al gobierno del presidente Hugo Chávez, lo que el obispo de la Iglesia Reformada, monseñor Enrique Albornoz, niega rotundamente.
En un semanario capitalino Monseñor Albornoz señaló que el financiamiento no proviene de la estatal petrolera ni de otras entidades oficiales, sino "de las donaciones privadas y las colaboraciones de los feligreses". Además aclaró que se trata de empresas particulares y de personas que "no van a querer que se de su nombre".
Insistió en que no pueden mirarse como "chavistas o rojos rojitos" pero eso sí dejó en claro que si hay alguna misión (como las que tiene el Gobierno) que le da la mano al excluido, allí estará presente Jesucristo y destacó la posibilidad que tienen ahora los pobres de tener un médico y medicinas gratis en su barrio.
Una retaliación
El historiador, Guillermo Morón, no lo cree así y en una entrevista dijo que es un acto para molestar a la Iglesia Católica y que se trata de "un pequeño número de personas pagadas por el Gobierno" como retaliación a la actitud de resistencia que ésta ha asumido frente a las nuevas propuestas del Ejecutivo, como el nuevo currículo escolar o las inhabilitaciones.
El cardenal Urosa Sabino también manifestó su preocupación por esta situación y señaló que la creación de esta nueva Iglesia va contra la corriente, pues se pretende conformar en un momento en que en el mundo hay un movimiento de convergencia para superar las barreras que hay entre las iglesias.
Los jerarcas de la nueva congregación consideran que el rechazo del que han sido objeto va en contra de la ley de libertad de cultos, consagrada en la Constitución Bolivariana, así como en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Lo cierto es que en este momento ni la Iglesia Católica ni la Anglicana aceptan en su seno a ninguno de los que están al frente de la nueva congregación. Un representante de la Iglesia Anglicana en Venezuela aclaró que ninguna persona que se haga llamar obispo será reconocido como tal sino está en comunión con Cantembury o con su máximo Primado, Rowan Williams.
Desde El Vaticano se avaló la denuncia que hicieron los obispos de Venezuela en contra de la nueva congregación. Los máximos representantes de la Iglesia Católica en Venezuela sostienen que ese nuevo grupo pretende "confundir de manera directa a los creyentes católicos, ultrajando el pensamiento de fe y dividiendo a los miembros de la religión católica en el país".
Por su parte, Monseñor Ovidio Pérez Morales recordó que no es la primera vez que hay un intento de dividir a la Iglesia y dijo que ya en el gobierno de Antonio Guzmán Blanco (1870-1877), así como en 1945 con la junta militar, cuando se pretendió crear la Iglesia Católica Venezolana, hubo enfrentamientos y que éste es uno más, como tantos que ha tenido que enfrentar en dos mil años de historia.
Monseñor Pérez denunció la pretensión del Gobierno de querer centralizar todas las actividades del país e incluso de "querer pontificar" en todas las materias.
La Iglesia Católica ha señalado que ha ido perdiendo el apoyo oficial, pero que esa situación no ha paralizado su labor. Monseñor Pérez insistió en que seguirán en su trabajo de evangelización a pesar de los obstáculos que se consigan y dejó en claro que "el evangelio no debe ser fuente de divisiones ni discriminaciones".
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