En los medios delincuenciales de Medellín y su Área Metropolitana es posible adquirir armas de fuego en arriendo o comprar "fierros" nuevos y usados, de última generación, como si se tratase de conseguir herramientas de construcción o repuestos para un automóvil.
El porte ilegal de pistolas, revólveres, escopetas cortas, ametralladoras e incluso fusiles sigue siendo tanto un dolor de cabeza como una amenaza permanente para la vida cotidiana de tres millones de habitantes del Valle de Aburrá.
Esta semana, en Cali, escuchaba a un experto de la Universidad de Chicago recordar que la suma de un hombre joven, más su impulsividad-ansiedad, más su agresividad (originada en condiciones sicofamiliares y sicosociales adversas), más un arma, casi siempre dan como resultado el levantamiento de un cadáver.
A esto, el profesor Gary Slutkin, de la Fundación CURE Violence, agregó sus reflexiones sobre lo definitivos que son en los jóvenes los modelos y figuras de imitación. En un sentido si se quiere antropológico, está demostrado que entre las especies los mamíferos aprendemos por imitación: "opera un reflejo en el que los humanos copiamos de los padres, de los amigos, de los estereotipos. El proceso es copiar y seguir".
Así, uno o varios individuos pueden ser diseminadores de la violencia. Esos referentes y sus referencias le inoculan a la violencia un efecto contagioso, "epidémico".
En barrios marginales de Medellín donde proliferan las armas, los combos y las bandas, donde hay tantos agentes transmisores (pandilleros y otros actores armados ilegales e incluso legales corruptos) y tantos sujetos en alto riesgo de contagio (miles de niños y jóvenes blanco de la violencia intrafamiliar y callejera) es urgente interrumpir la transmisión de esos comportamientos y, en lo inmediato, como medida de choque, atacar con decisión el porte ilegal de armas.
Mientras Medellín sigue buscando, diseñando y afianzando mecanismos que interrumpan la transmisión de la violencia, es indispensable que las autoridades desplieguen mayores esfuerzos y estrategias para frenar y desbaratar el tráfico de armas largas que alimenta los tiroteos incesantes, por ejemplo, en Belén Aguas Frías y en las comunas 6, 8 y 13. Y también el mercado de armas cortas que surte a los atracadores que pululan en centros de actividad residencial, comercial y bancaria como Laureles, Estadio, Centro y El Poblado.
La Policía nos tiene que demostrar, con operatividad y resultados, su decisión de romper la cadena del contrabando de armas y de decomisar las que están en manos de jóvenes que imitan modelos perversos y nos llevan aún a recoger tantos cadáveres en nuestras calles.
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