Aunque el proceso de desarrollo que se ha dado en los últimos tiempos en el país ha conseguido reducir las fuertes diferencias que se presentan entre los centros urbanos y las áreas rurales, las brechas aún se mantienen en niveles altos.
Así, mientras la pobreza total y extrema en las 13 principales áreas metropolitanas es de solo 18,9 y 3,3 por ciento, en los territorios rurales es del 46,8 y 22,8 por ciento.
Las brechas también se manifiestan en las bajas condiciones de vida de la población rural. En estas zonas, los niveles de educación promedio son casi la mitad de los urbanos. Sólo la mitad de los hogares rurales tiene acceso a acueducto y un 15 por ciento lo hace al servicio de alcantarillado.
Por su parte, el piso predominante en las viviendas rurales es cemento o gravilla, existiendo aún grupos de hogares que viven en casas con pisos en tierra. Además, según el DANE, en Colombia hay más déficit habitacional, tanto cuantitativo como cualitativo, en las zonas rurales.
Las diferencias son aún más amplias cuando se consideran las zonas rurales dispersas que son las que habitan, en un alto porcentaje, los productores agropecuarios. No hay que olvidar que este grupo representa una alta proporción de la población rural.
El Gobierno Nacional ha anunciado que en 2014 va a adelantar un amplio programa de vivienda en los territorios rurales. En particular, el Ministro de Agricultura, Rubén Darío Lizarralde, ha dicho que el presupuesto asignado en este año para la vivienda de interés social rural es de medio billón de pesos.
Para tal propósito se adicionaron 223.000 millones de pesos al presupuesto original que era de 280.000 millones. Con estos dineros se espera construir 34.000 viviendas nuevas en las zonas rurales.
Aunque en el pasado, distintos gobiernos han enarbolado la bandera de la vivienda rural como la punta de lanza de los programas sociales en el campo, las ejecutorias han resultado muy inferiores a las intenciones y los deseos.
La administración Santos se ha propuesto reversar esta situación y se ha fijado llegar, durante el presente cuatrienio, a 120.000 soluciones de vivienda de interés social rural.
El acceso a programas de vivienda y saneamiento básico por parte de los habitantes del campo dignifica y humaniza las condiciones de vida de estas personas y de sus hogares.
Además, el disponer de viviendas de mejores especificaciones y características físicas ayuda a que se avance en otros aspectos de gran importancia para la vida de las personas, como son la salud y la nutrición. Estos dos asuntos son fundamentales para el adecuado desarrollo de los niños.
Más allá de los beneficios directos, la construcción de nuevas viviendas tiene efecto positivo sobre la generación de empleo rural y ayuda a dinamizar otras actividades no agropecuarias, como el comercio.
Si, como se tiene establecido, se avanza aceleradamente en la recuperación y el mejoramiento de las vías terciarias, también se activaría, aunque sea temporalmente, la generación de empleo en los territorios rurales. De esta forma la ejecución de ambas iniciativas ayudará a aliviar las condiciones de pobreza que prevalecen en el campo.
Frente a las necesidades de los habitantes de estos territorios en materia habitacional y los beneficios que se derivan del acceso a vivienda nueva, el Gobierno debe hacer efectiva su propuesta de construcción de viviendas rurales, pues de no hacerlo así se mantendrán alejadas del progreso a las gentes del campo.
EL GOBIERNO EMPIEZA EN SERIO A MIRAR HACIA EL CAMPO
Por
RUBÉN DARÍO LIZARRALDE
Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural
Estamos atacando una necesidad básica fundamental con una estrategia muy importante para darle al campesino la posibilidad de una vivienda.
Lo más importante es que esta inversión que se va a hacer en la vivienda rural permite contribuir a disminuir la extrema pobreza que se presenta en el campo, y que lamentablemente hace de Colombia uno de los países con mayor extrema pobreza en el área rural.
La adición de recursos en el 2014 permitirá llegar a 120.005 soluciones de vivienda de interés social rural para igual número de hogares en 31 departamentos en este cuatrienio, con una inversión de 1 billón 420 mil millones de pesos.
El 80 por ciento de estas viviendas ya están contratadas y unas están en ejecución. Es una realidad y serán entregadas en forma efectiva. Y hay un mecanismo que realizamos en el Banco Agrario que ha permitido construir y entregar estas viviendas, sin impacto negativo por siniestralidad.
Estamos respondiendo con vivienda rural a las necesidades campesinas de los más pobres del país. Y no solo eso, estamos trabajando en un proyecto de ley focalizado en la economía familiar campesina y una serie de medidas que envían un mensaje de que el Gobierno empieza a mirar en serio hacia el campo, con el reto de hacerlo más productivo.