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Y al unísono, las industrias dijeron ANDI

  • Y al unísono, las industrias dijeron ANDI
08 de agosto de 2014
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De no haber sido por los celos y roces entre los industriales de Medellín y de Bogotá, a principios del siglo pasado, hoy la ANDI no estaría cumpliendo 70, sino 80 años. Desde mayo de 1930 se creó la Industria Nacional Colombiana en la capital antioqueña y a los dos meses la Federación Nacional de Industriales en la capital. Para 1934 se comenzó a intentar integrarlas a ambas, incluso compartiendo afiliados, pero el noble intento fue en vano.

Solo hasta 1944, y no por iniciativa de los empresarios fabriles, sino del presidente de entonces, Alfonso López Pumarejo, que un segundo intento por contar con un vocero único del sector se cristalizó en la constitución de la Asociación Nacional de Industriales (ANDI), recuerda el libro que la Asociación publicó al cumplir 50 años, en 1994.

“Cuentan algunos historiadores y allegados al gremio que el presidente López les dijo, durante un almuerzo ofrecido en su honor: “¿Por qué, para mayor comodidad y economía de tiempo, no se juntan y nombran una sola persona que, bien informada de todas las preocupaciones, viaje a Bogotá y se las plantee al jefe de Gobierno? ¿No es verdad que es más fácil conversar con uno que con veinte?”, acota un artículo de El Colombiano por los 60 años del gremio.

La recomendación fue acogida y luego de varias reuniones, ajustes de reglas y llamadas, el acta que le dio origen a la ANDI se firmó el 11 de septiembre de 1944, en la Notaria 2ª de Medellín, por 25 gerentes de notables empresas antioqueñas. Dos días más tardes se sumarían las rúbricas de los representantes de 19 industrias más de Bogotá.

“Coltejer, Fabricato, Coltabaco, y Cervecería Unión controlaban la mitad del capital industrial y una octava parte de la producción manufacturera nacional. No es sorprendente que los representantes de esas empresas fuesen los fundadores de la ANDI, en Medellín”, escribió mucho después José Gutiérrez Gómez, don Guti, quien también presidió el gremio.

De hecho, el gerente de la tabacalera y líder de la nueva iniciativa, Cipriano Restrepo Jaramillo, asumió como primer presidente de la ANDI, el 18 de noviembre de 1944. Él también integraba la primera junta directiva, que se reunía de manera ordinaria cada semana y, en pleno, mensualmente. 

Restrepo le entregó el encargo, luego de una ardua búsqueda de año y medio, de tentar a connotados empresarios y hasta a ministros, a don Guti, quien venía de una destacada carrera en la industria farmacéutica, al final, presidió la ANDI entre 1946 y 1957.

UNA RÁPIDA EXPANSIÓN
Para 1954, la ANDI ya había sumado a las oficinas de Medellín y Bogotá, las seccionales en Cali, Barranquilla, Manizales y Pereira, reuniendo a 356 empresas que totalizaban un patrimonio de 1.500 millones de pesos de la época. Para 1.961, el universo de afiliados ya era 510 afiliados, incluyendo las que adhirieron en las sedes de Bucaramanga y Pereira.

Cinco años después, la ANDI también tenía seccional en Cartagena y sumaba 540 empresas, que empleaban a unos 200 mil trabajadores, según Pedro Alberto Toro, en una monografía publicada por Eafit en 1966.

Desde entonces, ya era claro el fuerte peso económico de las afiliadas a la ANDI, que hoy suman más de 1.300 y representan el 45 por ciento del Producto Interno Bruto nacional. Claro está, que ya no solo se concibe como gremio exclusivamente de industriales, sino que acoge a muchos más sectores económicos, fruto de la apertura que se emprendió hace un poco más de dos décadas durante la presidencia Carlos Arturo Ángel. 

En tiempos de la apertura económica se comenzó a ampliar la naturaleza de los afiliados de la ANDI y con ello las fronteras de las cámaras sectoriales. De esa forma se pasó de solo tener capítulos especializados en ramas de la industria a otros sectores productivos hasta sumar las 29 cámaras que existen hoy. Eso explica que desde 2003, la Asociación Nacional cambiara su apellido  de “Industriales”, por el de “Empresarios de Colombia”.

CONSOLIDACIÓN INTERNA
Concebida por hombres de negocios, la sostenibilidad de la ANDI estuvo asegurada desde sus inicios: los afiliados debían pagar su membresía con los aportes equivalentes al uno por ciento de sus ganancias. Así que las utilidades de la floreciente industria de mitad de siglo pasado aseguraba la permanencia del gremio y  recursos para un mayor campo de acción.

Por eso la ANDI tuvo la posibilidad de contratar profesionales de los más altos niveles para crear el, entonces “Departamento Técnico” y convertirse en uno de los primeros centros de investigaciones económicas que tuvo el país con informes periódicos asociados a temas de la industria y el desarrollo económico. También integró un equipo jurídico de connotados abogados que ofrecían asesoría jurídica y tributaria a los afiliados.

Y acorde a las necesidades, también se abrieron con el pasar de los años otros frentes de acompañamiento en comercio exterior, asuntos laborales y, más recientemente, en responsabilidad social empresarial, desarrollo sostenible, asuntos internacionales, entre otros.

De hecho, hoy la ANDI como organización, con sus 237 empleados, 11 seccionales, diversas cámaras sectoriales, áreas transversales, proyectos especiales y alianzas construidas con distintas entidades públicas y privadas, es caso de estudio y consulta por parte organizaciones empresariales de otros países latinoamericanos que buscan también consolidar un gremio sombrilla que pueda armonizar los intereses de múltiples actores del sector privado.

APORTES AL PAÍS
Y con todo, muchos de las contribuciones que los libros de historia y los archivos de prensa le reconocen a la ANDI están es de puertas para afuera.

Por ejemplo, las becas para estudios de posgrado dentro y fuera del país fueron el germen para impulsar la creación del Icetex, en 1950. Asimismo, los reiteradas presiones empresariales al Gobierno de más educación industrial y capacitación técnica de los obreros desencadenó en la apertura del Sena, en 1957.

También la necesidad de profesionales en administración desencadenó en la conformación de un fondo con aportes de la ANDI y sus empresas con que se fundaron en Medellín la Escuela de Administración de Negocios y Finanzas (1960) y el Instituto Tecnológico (1963), que luego se fusionarían en la Universidad Eafit. En la misma línea abrieron el Colegio de Estudios Superiores (Cesa), en Bogotá, y el Instituto Colombiano de Estudios Superiores de Incolda (Icesi), en Cali.

A la educación, la ANDI también sumó aportes para gestar en 1954 la primera Caja de Compensación Familiar de Antioquia (Comfama), cuyos estatutos “fueron suscritos por 45 compañías, aglutinadoras de más de veinte mil beneficiarios”. El experimento de aportes voluntarios de las empresas para un subsidio para las familias de los trabajadores, el Estado lo volvió obligatorio en 1957.

También con aportes acumulados en la llamada “Cuota Social” y donaciones empresariales se construyó en 1946 el Hospital ANDI, en el noroccidente de Medellín, que fue dotado por la Fundación Hospital Pablo Tobón Uribe, la cual comenzó a operarlo y le da el nombre por el que se conoce hoy uno de los complejos clínicos más desarrollados del país.

Y en materia de infraestructura energética del país, la ANDI también fue decisiva en plantear y velar por mecanismos que permitieran una mejor cobertura nacional de un insumo clave para el aparato productivo. No obstante, también en la independencia de Empresas Públicas de Medellín (EPM), conformada en 1955, tuvo mucha influencia la ANDI para alejar a la entidad de los apetitos políticos, lo qeu ha sido definitivo para su expansión nacional y en la última década como muiltilatina.

GLOBALIZACIÓN Y RECONVERSIÓN DE LA INDUSTRIA
Muchas más transformaciones en pro del desarrollo del país ha protagonizado la ANDI en siete décadas de historia. Al tiempo que ha evolucionado la interlocución con el Estado hacia distintas instancias oficiales, más allá del gobernante de turno. En ese trabajo ha sido definitivo el papel crítico y proactivo que han tenido los presidentes de la Asociación. Cada uno de ellos ha sabido sobreponer, al menos hasta ahora, los intereses de los afiliados a simpatías personales o políticas, teniendo claro que ni la ANDI es un sindicato patronal, en las discusiones laborales, y menos un convidado de piedra en temas que incide en el desarrollo nacional. Por eso se ha pronunciado como actor de la sociedad civil frente a temas tan cruciales como la Constitución de 1991, la modernización de la administración pública, la seguridad y la paz.

“La ANDI ha mantenido históricamente una actitud responsable frente a los gobiernos, siempre en defensa de la institucionalidad, del aparato productivo nacional. Obviamente hay diferencias, pero que son tramitadas con franqueza en distintos espacios, sea con el gobierno nacional o con los locales”,  dijo Juan Camilo Nariño, vicepresidente de Comercio Exterior y de Industria.

En todo caso, uno de los activos que cada tanto emerge como una garantía para los presidentes de las empresas afiliadas es la independencia, un atributo que se forjó desde tiempos de Cipriano Restrepo, se convirtió en sello distintivo con Fabio Ehceverri Correa y que se ha pasado, como un testimonio, entre los 11 presidentes que ha tenido la ANDI en una carrera por mantener el crecimiento, primero de la industria, y ahora del empresariado, en general.

Por eso, ha sido definitivo en las últimas dos décadas el papel proactivo de la ANDI a la hora de asistir a instancias de decisión nacional en procesos inexorables de apertura de mercados, la expansión de empresas colombianas a otros países, la creciente competencia extranjera en el país y el auge de tratados de libre comercio. Por eso también se abre la posibilidad de dejar de pensar el desarrollo económico del país por sectores productivos, para escalar a un horizonte en que las empresas se comprendan por encadenamientos, señala Nariño.

Finalmente, se avecina una nueva era de desafíos para el gremio cúpula del sector privado. ante un eventual acuerdo para terminar el conflicto con la guerrilla de las Farc.  Y la ANDI, así como fue protagonista en otros momentos de la historia reciente del país, ya tiene asumido el papel determinante que vendrá para coordinar la participación del sector productivo y sacarle el mayor provecho económico y social al buen negocio de la paz.

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