Adorar es un verbo entrañable. Al que adora, se le conmueven las entrañas. Lo mejor de sí mismo se pone en movimiento, como si un agua pura dejara limpios cuerpo y alma. Sentimientos, pensamientos, palabras, acciones. La adoración lleva al adorador a mejorar sin medida.
Adorar es reverenciar con sumo honor a un ser expresándole acatamiento singular. Cuando le digo a alguien que lo adoro, lo hago partícipe de la condición divina. Toda acción humana puede ser un gesto de adoración. No hay nada en lo cual Dios no esté presente. Su presencia está en la magia de esta palabra. Quien no sepa qué es magia, repita sin cansarse: yo te adoro. Descubrirá, aún sin darse cuenta, el talismán mágico que envuelve cada célula, las que se ven y las que habitan en la intimidad.
Se acerca un leproso a Jesús y de rodillas le dice: 'Si quieres, puedes limpiarme'. Jesús, compadecido, extiende la mano, lo toca y le dice: 'Quiero, queda limpio'. "Y al instante se le cayó la lepra" (Mc 1, 40-42). Con Jesús, los procesos son radicales e instantáneos, contra los procesos indefinidos de nosotros. El leproso queda limpio. Adorar es volcar.
El leproso de Marcos, maestro de la adoración, vuelca lo sucio en lo limpio, lo enfermo en lo sano, lo pequeño en lo grande, lo humano en lo divino. Por el encuentro con Jesús, que ha sido presentimiento continuo en él, queda endiosado para siempre.
El leproso es un hombre abandonado que tiene mucho tiempo para meditar. Puede ser víctima del pesimismo o hacer de su situación la oportunidad de su vida centrándose en el anhelo de mejorar. Descubre con su querer al que lo puede sanar. "Quiero, queda limpio". El leproso quiere ser sanado, y Jesús lo quiere sanar. Dos voluntades que coinciden en la sanación, que es la vida en plenitud.
El hombre actual vive disipado. Los medios de comunicación le impiden entrar en sí mismo en procura de saber lo que está llamado a ser. Necesita encontrarse consigo mismo, con los demás, con el cosmos y con Dios en actitud de adoración para saber quién es.
Utilizo los medios de comunicación para adorar al dios Dinero que me envilece, o al Dios verdadero que me dignifica. 'Puesto de rodillas', el leproso coincide con el querer de Dios. "Quiero. Queda limpio". Puedo ser como el leproso de Marcos. ¡Bendito ser de adoración!
* Monticelo, Centro de Mística
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