El enfoque humano y la cultura del buen servicio han sido clave para el crecimiento de esta empresa. Su historia va de la mano de la cultura y la creatividad.
Soluciones más que repuestos. Esta fue la apuesta de Teódulo Tamayo y María Isabel Marín al momento de apostarle a la creación de empresa. Un sueño que empezaron a escribir en 2003 y consolidaron en 2012 con Autodicol, compañía importadora y comercializadora de partes para vehículos. Su llegada a este sector transformó la cadena de valor en Barrio Triste, en Medellín, gracias a su liderazgo en la cultura de pago cumplido y ejemplo organizacional.
La historia de la compañía ha estado marcada por un crecimiento exponencial. En los primeros seis meses, lograron su punto de equilibrio y para el tercero en operación alcanzaron cerca de $1.000 millones en ventas. Posteriormente, han conservado un crecimiento exponencial en sus cuatro unidades estratégicas de negocio, empaques, diesel, camperos y rodamientos durante sus 35 años en el mercado. Teódulo Tamayo, CEO de la empresa, resalta que estos resultados son directamente correspondientes con la calidad en los servicios que prestan y los productos que brindan. Sin embargo, es enfático en que todo esto es posible por su talento humano, que día a día trabaja por entregar las mejores experiencias a sus clientes.
“Queremos que los empleados tengan la posibilidad de potenciar su proyecto de vida con un crecimiento emocional y económico. Una compañía no puede crecer si no tiene un personal contento que se levanta con ánimo cada día para llegar a su puesto de trabajo”, dice María Isabel Marín, CEO de Autodicol.