Daniel Ortega se juramentó, prácticamente, en solitario para su cuarto periodo consecutivo como mandatario de Nicaragua y el quinto de su historia política. A falta de reconocimiento de la mayoría de países democráticos del mundo, el exguerrillero de 76 años tomó posesión ante los escasos aliados que le quedan y en medio de críticas de la comunidad internacional.
Ortega juramentó el lunes ante el titular de la Asamblea Nacional, el oficialista Gustavo Porras, en una ceremonia que se llevó a cabo en la Plaza de la Revolución, en Managua, en presencia de los presidentes de Cuba, Miguel Díaz-Canel; de Venezuela, Nicolás Maduro, y de Honduras, Juan Orlando Hernández, y otros representantes de China, Irán y Rusia.
Para Maduro el proceso electoral de Nicaragua fue “ejemplar”, un calificativo que utilizó para hablar de un gobierno aliado, a pesar de que en medio de la campaña el régimen envió a la cárcel a siete candidatos y decenas más de políticos opositores.
La amistad del sandinismo con el chavismo de Venezuela es una relación de vieja data que se manifiesta en el petróleo que Miraflores le envía a su vecino caribeño, los respaldos mutuos en los escenarios diplomáticos internacionales y hasta en la avenida principal de Managua que lleva el nombre “de Bolívar a Chávez”.
El saliente presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, quien está salpicado en procesos de corrupción y narcotráfico también estuvo en la toma de posesión de Daniel Ortega. Su hermano Juan Antonio Hernández está condenado por narcotráfico en Estados Unidos y el nombre del mandatario ha salido a relucir en las audiencias a narcos caribeños.
¿Un presunto terrorista en la investidura?
En el catálogo de invitados también aparece uno de los iraníes que es señalado por Argentina de participar en el atentado de 1994 contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) que dejó 85 muertos y decenas de heridos en un acto terrorista que, a juicio de la Casa Rosada, sigue impune.
Se trata de Mohsen Rezai, quien ya fue imputado por ese crimen, pero está lejos del alcance de la justicia del país austral. “La República Argentina expresa su más enérgica condena a la presencia de Mohsen Rezai en el acto de toma de posesión del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega”, señala un comunicado emitido por la Cancillería del país suramericano.
Mohsen Rezai es vicepresidente de Asuntos Económicos de la República Islámica de Irán y su presencia en Managua constituye para el Gobierno de Alberto Fernández “una afrenta a la Justicia argentina y a las víctimas del brutal atentado terrorista contra la (AMIA), cometido el 18 de julio de 1994”.
“El Gobierno argentino exige una vez más al Gobierno de Irán la cooperación de manera plena con la Justicia argentina, permitiendo que las personas que han sido acusadas de participar del atentado contra la AMIA sean juzgadas por los tribunales competentes”, agrega el texto.
Ortega se refugia en China
Los Gobiernos de Nicaragua y China firmaron un acuerdo de consultas políticas. Este, el “Memorándum de Entendimiento entre el Ministerio de Relaciones Exteriores del Gobierno de la República Popular China y el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Nicaragua” establece un mecanismo de consultas políticas”.
La delegación de China en la investidura de Daniel Ortega en Nicaragua estuvo encabezada por Cao Jianming, uno de los vicepresidentes del Comité Permanente de la Asamblea Nacional Popular (ANP, el Legislativo chino), quien acudió en calidad de enviado especial del presidente, Xi Jinping.
Nicaragua y China firmaron otros tres acuerdos referidos a la cooperación y la diplomacia bilateral: un “acuerdo marco” que abarca la generalidad del apoyo mutuo entre ambas naciones, un “memorándum de entendimiento” sobre la “cooperación en el marco de la franja económica de la ruta y la seda y la ruta marítima de la seda del siglo XXI” y la exoneración mutua de visas para quienes porten pasaportes diplomáticos, de servicios, o de asuntos oficiales.
Esas alianzas se dan justo un mes después de que Nicaragua rompiera relaciones con Taiwán, un territorio que es reclamado por China y que está en medio de un limbo diplomático.