El Papa Emérito Benedicto XVI dejó de ser un personaje que posa ante los lentes. Desde su renuncia como jerarca de la Iglesia en febrero de 2013 pasa sus días en el monasterio Mater Ecclesiae, dentro del Vaticano, cuidado por religiosas y por su secretario, el sacerdote Georg Gänswein.
Tiene 95 años y problemas en su piel. La Santa Sede ha dicho que no padece enfermedades graves, pero sí un desgaste en su cuerpo producto de la edad, un diagnóstico que se ha mantenido en estos casi diez años de su retiro del pontificado, pero que podría tener un punto de inflexión en un lapso que –en lenguaje católico– solo lo conoce Dios.
El mismo Papa Francisco confirmó que su antecesor está muy enfermo y pidió rezar por él durante su audiencia general del miércoles: “Quisiera pedirles a todos una oración especial por el Papa emérito Benedicto, que en silencio está sosteniendo a la Iglesia. Recordarlo – está muy enfermo – pidiendo al Señor que lo consuele, y lo sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia, hasta el final”.
Pero el alemán no es el único que está enfermo. Francisco, el pontífice argentino, sufre una dolencia en su rodilla derecha por una inflamación en el ligamento que lo tiene transportándose en silla de ruedas y por la que tuvo que cancelar en junio su viaje a África, porque su cuerpo, simplemente, no estaba preparado para los embates de una travesía internacional.
Francisco está sano, pero impedido. Tanto que en dos ocasiones ha dicho que considera la renuncia –en junio y septiembre– un paso que no ha dado por mantener el delicado equilibrio de la Iglesia : ya hay dos papas vivos y la institución no soportaría tener un tercero.
“Con el eventual fallecimiento del Papa Benedicto XVI podría darse la renuncia de Francisco cuando se completen los 10 años de su pontificado en marzo. Entonces esto daría a que se convoque al colegio cardenalicio”, detalla el vaticanista y director Institución Universitaria Colegios de Colombia, Hernán Olano.
Es decir: si Benedicto XVI perece y Francisco renuncia en los próximos meses, se convocaría a un cónclave para buscar humo blanco a un eventual nuevo Sumo Pontífice.
Dos papas, dos tendencias