Un informe sobre pederastia y abusos sexuales dentro de la Iglesia Católica tiene entre las cuerdas al Papa emérito Benedicto XVI, quien, tras las presiones públicas, decidió retractarse de sus negativas y terminó reconociendo que asistió a una reunión el 15 de enero de 1980 en la que se discutió el polémico traslado de un sacerdote acusado de violar a por lo menos 30 menores.
El documento -que contiene 1.000 páginas y se publicó el pasado jueves-, fue realizado por el bufete de abogados Westpfahl Spilker Wastl como petición de la arquidiócesis y concluyó que un total de 497 personas sufrieron de abusos sexuales por parte de sacerdotes, diáconos y servidores de la Iglesia Católica en general, en el estado de Baviera, Alemania.
Desde que salió a la luz, el informe generó conmoción no solo porque cuantificó el daño que ha sido denunciado en esa ciudad alemana durante la última década, sino porque menciona a importantes personajes del mundo religioso como Benedicto XVI. Según información del Vaticano, “la comisión independiente habría identificado cuatro casos ocurridos durante el ministerio del entonces cardenal Joseph Ratzinger (nombre original de Benedicto XVI)”, y habría constatado que los responsables de los abusos siguen en sus cargos.
Pese a esas conclusiones, Benedicto solo aceptó conocer uno de los casos e insistió en que en esa reunión no “se tomó ninguna relación a un encargo pastoral para el sacerdote en cuestión” y que, según él, “solo se aceptó la solicitud de proporcionarle alojamiento en Múnich durante el periodo de su tratamiento terapéutico”.