Hace décadas hubiera sido absurdo pensar que una emblemática orquesta de músicos cubanos que residen en la isla (Buena Vista Social Club), que no decidieron abandonar su hogar por las coyunturas económicas y políticas complejas por las que ha transitado Cuba y su poderoso vecino desde hace décadas, se presentara en la Casa Blanca.
Y menos que lo hiciera con una alegría familiar —tal como se vio en la noche del jueves 15 de octubre—, como si nada hubiera pasado entre estadounidenses y cubanos, como si fueran amigos de toda la vida. Entonando sones y boleros en el centro del poder de ese país que impuso un bloqueo económico sobre la isla en octubre de 1960, o del país hacia donde todos los misiles rusos apuntaban en 1962, instalados por el comunismo en confines de Sagua La Grande y San Cristóbal.
“La música es una cosa universal, no hay nada que pueda pararla. Se expande como el aire, como la lluvia, como el ciclón, porque es natural, es la naturaleza. Le da vida al ser humano, es el espíritu, el corazón, la alegría de vivir. La música no tiene fronteras”, afirmó la cantante Omara Portuondo al diario El País (España), horas antes de presentarse.
Tambores para el deshielo
Esas frases parecen haber sido dichas por el propio presidente estadounidense, Barack Obama, porque ninguna otra define mejor lo que pretendía el Ejecutivo de la potencia al buscar que las melodías contagiosas surgidas en la mezcla racial de Cuba llenaran de disfrute y sonrisas los pasillos de la Casa Blanca.
“Lo de Buena Vista Social Club en Washington tiene una connotación política y es sin duda un apoyo cultural al proceso de deshielo entre los dos países, que está en curso. A pesar de que a estos músicos no se les considera parte de la revolución cubana, es claro el mensaje político a favor de la reconciliación”, aseveró a EL COLOMBIANO Julio Londoño Paredes, exembajador de Colombia en Cuba, excanciller (1986 - 1990), y docente de la Universidad del Rosario.
“Eso se añade a una dinámica de restablecimiento de relaciones que a mi juicio es irreversible, tanto más cuando el proceso fue impulsado en gran parte por la influyente figura del Papa Francisco”, agregó.
“Obama claramente quiere asegurar que su legado perdure en cuanto al tema cubano. Espera que el proceso de apertura entre ambas naciones continúe, que se consolide. El concierto va, por tanto, en la misma vía que su propósito político”, dijo, por su parte, Mark Weisbrot, codirector del Centro de Investigación Económica y Política (Cepr), de Washington.
Lazos desde las orillas
Precisamente, Obama comentó el jueves con gran interés la visita de una banda de músicos forjados en los años 40 y 50, y casi olvidados tras la revolución y el bloqueo hasta 1998: “Es maravilloso tenerlos aquí. Desde que salió su documental, comencé a comprar sus discos. Por casi dos décadas, este grupo ha simbolizado los lazos entre E.U. y Cuba”.
En cierta forma, la banda tomó las banderas del derribo, con música, del Muro del Caribe, tras los nexos hechos por Irakere durante los 70 y 80, tiempo en que ganó la admiración de los amantes estadounidentes del jazz y la exploración musical.
Algunos de sus más reconocidos miembros —y ya fallecidos—, como Compay Segundo e Ibrahim Ferrer fueron vetados de entrar a E.U, ni siquiera para reclamar los merecidos Grammy que ganaron de 1998 en adelante. Esto ocurría antes de que Obama quitara a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo.
“Estoy preocupado de que nos llamen terroristas pues el único terror que conozco es cuando voy a tocar un piano y suena mal”, decía entonces el pianista Guillermo Rubalcaba (fallecido en septiembre de 2015), otro damnificado.
Para Londoño, otro motor de estos cambios son las nuevas generaciones de cubanos en E.U: “Viajaron por causas más económicas que políticas, hecho por el que respaldan las decisiones del presidente Obama. Su interés es que cambie la distancia entre los dos países. Máxime si los nexos culturales son tan fuertes con la isla”.
En este orden de ideas, si el 17 de diciembre de 2014, Obama y Castro hacían historia al anunciar el inicio del proceso de deshielo, con hechos como el del 15 de octubre de 2015 se evidencia que esta historia también se escribe con armonías de son.