Contrario a lo que se dice, no todas las personas que estaban presentes la noche del jueves en el Paseo de los Ingleses de Niza lo hacían movidos por un sentimiento patriótico. Se trataba, sobre todo de una fiesta.
En la capital de la Costa Azul, como en París, Lille o Estrasburgo, los fuegos artificiales del 14 de julio son una ocasión para llevar a los niños a pasear o encontrarse con los amigos para tomar cerveza o vino rosado.
Cuando escucharon los disparos de la policía que trataba de detener a un camión de 19 toneladas que zigzagueaba para atropellar el máximo posible de víctimas, varios testigos pensaron que simplemente algunos de los cartuchos de pólvora habían tardado en accionarse y empezaban a explotar.
Aude Moussa es mesera en uno de los restaurantes del Paseo de Los Ingleses y había salido a fumar en la que sería su primera pausa luego de una tarde agitada, pues el local donde trabaja ofrecía una vista privilegiada sobre la playa y los fuegos artificiales.
“No recuerdo ningún ruido”, dice al teléfono. “Vi venir el camión pero pensé que era de la logística y que como ya se habían acabado los fuegos artificiales venía a recoger algunos equipos. No venía a toda velocidad. Vi que levantó por el aire una persona y luego otra pero no recuerdo gritos, sólo la gente que empezaba a correr y se metía en los locales. A mí me pasaron por el lado rápido pero sin golpearme. No podía moverme, no entendía lo que pasaba. Seguía pensando que era un accidente, que el camión se había quedado sin frenos”.
Aunque los eventos públicos del 14 de julio estaban considerados de alto riesgo y las fuerzas armadas de Francia estaban desplegadas en la calle para garantizar la seguridad, la modalidad del atentado hacía casi imposible reaccionar a tiempo para evitar la catástrofe que terminó siendo.
“En las grandes ciudades se realizan requisas en las barreras de policía para detectar armas y nuestros hombres están listos para reaccionar, pero un camión como esos si ya viene con velocidad no hay manera de detenerlo”, afirma una fuente de la Policía Municipal de Niza.
Sin embargo las conjeturas apuntan a que Mohamed Lahouaiej-Bouhlel no habría forzado su paso en la primera barrera desde donde recorrería dos kilómetros antes de que, luego del intento infructuoso de un motociclista, que quiso subir a la cabina del camión obligándolo a disminuir la velocidad y permitiendo así una reacción de los policías presentes que dispararon en más de 50 ocasiones antes de que el vehículo se detuviera.
Según dos versiones opuestas, el camión frigorífico que Lahouaiej-Bouhlel había alquilado dos días antes en la vecina población de Saint-Laurent-du-Var habría comenzado su carrera casi dos kilómetros atrás diciendo que “era un proveedor de productos congelados” o simplemente pasando por el andén junto a una barrera de policía y luego retomando la calzada sin acelerar a fondo.
Aún no se ha determinado si el conductor era titular del permiso de conducción «Tipo C» necesario para alquilar este tipo de vehículos, pero si lo tenía, no existe ningún requisito adicional para poder hacerlo. En Francia cada año 60 mil personas pasan el examen necesario para acceder a este tipo de licencia.