Susana partió desde Cuba rumbo a Estados Unidos con un sueño y terminó atrapada en una pesadilla mientras atravesaba México. “Me obligaron a hacer cosas que aún no puedo superar. Esos señores nos violaban cuando se les pegaba la gana. Tenían una bodega con cubanos y pudimos escapar”, dice.
Su testimonio es uno de los tantos que tiene la organización Médicos Sin Fronteras (MSF) sobre lo que viven los migrantes en tránsito que llegan a la línea divisoria entre México y Estados Unidos, quienes quedan atrapados entre el freno norteamericano a la migración y las barreras a esta de la Guardia Nacional mexicana.
Las cifras evidencian que los controles aumentaron en la administración de Donald Trump. El Servicio de Inmigración de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) inadmitió a 1,1 millones de personas en 2019, 68 % más que en 2018.
De esos, 851 mil casos fueron en la frontera sur, a donde llegan las caravanas de centroamericanos, y en la misma zona donde la administración de Donald Trump pretende construir un muro.
El riesgo de ser deportados
Alcanzar Estados Unidos es un reto cada vez más grande. En julio de 2019, el Gobierno estuvo a punto de autorizar las deportaciones a personas con tratamiento médico. La semana pasada comenzó una regulación que elimina las visas para embarazadas y este semestre la Corte Suprema está por expedir una sentencia sobre la posible eliminación de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA por sus siglas en inglés).
A pesar de esto, un nuevo grupo de centroamericanos partió a finales de diciembre con el objetivo de alcanzar el sueño americano. De estos, 800 fueron detenidos el 23 de enero por la Guardia Nacional de México, según confirmó la Secretaría de Gobernación. Unos 1.750, de nacionalidad hondureña, fueron deportados desde Guatemala y México y otros siguen su curso.
Pero el camino es difícil, incluso para quienes ya atravesaron la frontera. “Atendemos migrantes que llevaban más de 9 años en Estados Unidos y fueron deportados, personas que ya tenían una vida establecida allá. Son capturados en el país y los deportan a México”, cuenta Néstor Rubiano, coordinador de salud mental de MSF en México, quien recibe a estas personas.
Rubiano relató el caso de un mexicano de 36 años que llegó a Estados Unidos desde los 16, pero no tenía su documentación vigente. Un día, cuenta, este salía del trabajo, un control migratorio le pidió sus documentos y al estar en situación irregular terminó deportado, dejando a sus dos hijas solas en el país.
Ya se presentan, incluso, más expulsiones de migrantes (267 mil en 2019) que arrestos (143 mil para el mismo año). Sin poder quedarse en Estados Unidos, México se convierte en una estación obligada, pero hostil, una situación que Human Rights Watch constató en su informe de 2019 sobre el país, acusando al gobierno de no respetar los derechos humanos de los migrantes que transitan por su territorio.