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La Guerra en Ucrania cumplió su primer año en medio de nuevas promesas de ayuda militar de Occidente para el país de Volodimir Zelenski, la sentencia de la Rusia de Vladimir Putin de que ese territorio les pertenece y un sorpresivo pronunciamiento de China pidiendo unos diálogos de paz que los aliados cuestionan.
Zelenski está convencido de que “si nuestros socios cumplen con su palabra y respetan los plazos, nos espera una victoria inevitable (...). Quiero realmente que sea este año”, pero el compromiso ucranio de vencer en 2023 depende también de que sus aliados (Estados Unidos y la Unión Europea) le entreguen aviones de combate cazas F16.
El mandatario sabe que no puede ganar la guerra sin el respaldo de sus aliados y pone la pelota en el campo de la Casa Blanca, los europeos y la OTAN, la Alianza Trasatlántica que tiene sus recursos puestos en Kiev para frenar el expansionismo de Putin.
Al final del día, la conmemoración de la fecha llegó con más anuncios de ayuda militar y económica para Kiev, desde tanques hasta multimillonarias transacciones, mas no con el aterrizaje de los aeroplanos.
Suecia le dará 10 tanques Leopard y Alemania cuatro de la referencia Leopard 2A6. Polonia también dio 4 tanques de esa referencia y prometió otros 60 del tipo PT-91, mientras que Estados Unidos confirmó un cheque por 2.000 millones de dólares en más ayuda y oficializó otro paquete de sanciones contra el Kremlin que han implementado otros 20 actores del ámbito global.
El presidente ucraniano, el comediante de 45 años que ha liderado el frente de combate, sostiene que su país sigue fuerte y “está preparado para todo”, pero su contraparte Putin dejó claro que para el Kremlin Ucrania no existe como Estado.
En su discurso anual ante la nación de esta semana sostuvo que “el propósito de Occidente es quitar a Rusia los territorios históricos que hoy se llaman Ucrania” y apeló porque por “cuantos más medios entregue Occidente a Kiev a largo plazo, más se obligará a Rusia a alejar la amenaza por sí misma”.
El desgaste de un año de la guerra que se libra en Europa del Este enfrenta a dos actores convencidos de que pueden ser los vencedores en una disputa que, más que la bipolaridad de Ucrania vs. Rusia, está midiendo las capacidades de ese último con la OTAN y Estados Unidos.
La cuestión de Ucrania es un asunto de seguridad para Rusia que apela por alejar la influencia de Occidente de sus fronteras, pero también tiene esa categoría para los europeos y los estadounidenses que ven la necesidad de frenar los ánimos expansionistas soviéticos de Putin.
China pone fichas en Ucrania
En ese tablero entró la China de Xi Jinping que está próximo a reunirse con Zelenski para asegurarse su rol de líder global poniendo un pie en Kiev, encuentro que se conoce justo tras la visita del presidente Joe Biden a la capital ucrania.
Sin embargo, la cuestión China va más allá de una foto de presidentes. Pekín está apostando por consolidarse como segunda potencia en un mundo bipolar con Estados Unidos y a Pekín poco le conviene un enfrentamiento armado a gran escala que resulte en riesgos económicos.
Por eso y por sus ánimos de influencia en el campo de batalla que ha sido de la Casa Blanca, presentó un documento de 12 puntos con lo que consideró un “plan de paz”, pero que Occidente catalogó como su posicionamiento” sobre el conflicto, como lo acusó el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell.
Ese catálogo de apuntes condenó el posible uso de armas nucleares, un llamado que llegó a días de que el Kremlin suspendiera el tratado de armas New Start que ponía topes a las ojivas nucleares, y llamó a que las partes se sienten en una mesa de conversaciones de paz.
El avance de esa solicitud solo podrá calcularse tras el encuentro de Zelenski con Xi Jinping, quien es un presidente aliado a Putin. Es más, la información de inteligencia de la Casa Blanca le acusa de querer entregar ayuda militar a Ucrania, una aseveración que los chinos niegan a raja tabla.
El viernes Rusia volvió a reclamar que se reconozcan sus anexiones a Ucrania (a las regiones de Donbás y Crimea), procesos que se finiquitaron con referendos ilegales. Sobre ese punto, el secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, ya reconoció que Crimea es una de las líneas rojas del Kremlin, aunque en micrófonos Zelenski sigue reclamando que su territorio se le regrese tal y como estaba antes de las anexiones de 2014.
Y si bien en el panorama internacional todos vuelven a mostrar los dientes, en lo interno a cada casa presidencial le han aparecido coyunturas de atención obligatoria. China ve riesgo de una crisis económica nacional por la caída de la empresa Evergrande y Estados Unidos entró a una fase de precampaña en la que Biden, cuestiones que ponen la guerra entre Rusia y Ucrania en otro campo de batalla: ¿hasta qué momento la comunidad internacional podrá sostenerla?
El Gobierno de Gustavo Petro se negó a enviar armamento ruso propiedad del Estado colombiano a Ucrania asegurando que los recursos del país no se utilizarán para financiar guerras, sino para buscar la paz total. Los aliados de Ucrania están buscando que los latinoamericanos respalden a ese país en la guerra con la tecnología militar que le han comprado al Kremlin, pero hasta ahora los gobiernos de la región no han avanzado en ese tipo de respaldo. Sin embargo, la mayoría de las naciones –a excepción de Cuba, Nicaragua y Venezuela– votaron a favor de una resolución en Naciones Unidas que instó a Rusia a retirase del territorio ucraniano.