Mark Twain, el escritor estadounidense, describía a India como “la tierra que todos desean ver y después de verla una vez, no cambiarían ese vislumbrar por todos los espectáculos del mundo”. Una figura retórica del siglo XIX que contrasta con el país sobrepoblado y aceleradamente industrializado que hoy conocemos, pero que deja clara la imagen de un lugar en el que pueden ocurrir los sucesos más sorprendentes y contradictorios.
En noviembre de 2019, la contaminación del aire en Nueva Delhi, la capital, estuvo 10 veces por encima del nivel considerado seguro para las personas por la Organización Mundial de la Salud, que la clasificó como la ciudad más contaminada del mundo. Las autoridades describieron la urbe como una “cámara de gas” y tuveiron que implementar un estricto plan que incluyó restricciones a la circulación de vehículos y a las quemas en campos de cultivo.
Pero hoy, en plena pandemia y aunque suene a una de esas contradicciones, las cifras son alentadoras. Un informe de Naciones Unidas registra que desde que inició el coronavirus, la proporción de energía renovable en India aumentó del 17% al 24%, mientras que la energía a carbón disminuyó del 76% al 66%. El secretario general del organismo, António Guterres, destacó los avances y afirmó que India va en camino a convertirse “en una verdadera superpotencia mundial en la lucha contra el cambio climático”.
Para Guterres, lo más significativo es que si bien “la pandemia pone en riesgo el desarrollo sostenible y expone vulnerabilidades que empeorarán con el cambio climático”, el caso de India demuestra que “las inversiones en energía renovable, transporte limpio y eficiencia energética durante la recuperación podrían extender el acceso a la electricidad a 270 millones de personas en el mundo, un tercio de las personas que actualmente carecen de ella y crear hasta 9 millones de empleos anuales”.
¿Cómo lo logró?
La transición energética en India, aunque se acentuó durante el confinamiento, no es un caso aislado y pertenece a un contexto más amplio. Desde 2017, el país presentó ante el Foro de Energía de Viena el que se considera “el mayor proyecto de transformación energética del mundo”. En un país con cerca de 300 millones de personas sin acceso a electricidad, según cifras oficiales, el uso de energías renovables es una necesidad apremiante.
Dentro de los objetivos del proyecto está aumentar 160 gigavatios de energía solar y eólica, y reemplazar 770 millones de bombillas por luces LED para reducir 80 toneladas anuales de emisiones de carbono y 20.000 megavatios de la demanda de electricidad. “Todo cambió a partir del Acuerdo de París. Debemos separar el crecimiento económico de los impactos medioambientales”, dijo en el foro el entonces ministro de Energía Piyush Goyal.
Pero ahí no terminaron las proyecciones. Ese año, la revista National Geographic destacó que el plan energético indio estaba empezando a dar resultados sin financiación estatal alguna. La clave está en un modelo denominado “empresas de servicios energéticos”, que “consiguen ingresos a partir de los costos que le hacen ahorrar a sus clientes”.
El Gobierno fundó la compañías llamada Energy Efficiency Services, que trabaja con fabricantes de LED logrando reducir el costo de este tipo de luces hasta un 85 % en menos de tres años y “desde el inicio de su actividad solo ha obtenido beneficios” que se han destinado a financiar la transición, destaca el artículo.
Esta mezcla de planes de acción, modelos sostenibles de negocio y voluntad política es el camino que la ONU hoy ve como promisorio. “El número de trabajadores en el sector de energías renovables en India se ha quintuplicado desde 2015. El año pasado, el gasto en energía solar eclipsó por primera vez la generación de energía a base de carbón”, resaltó Guterres.
Sin embargo aún hay camino por delante, pues los subsidios a los combustibles fósiles persisten. “Eliminarlos daría como resultado un aumento de la esperanza de vida en 20 meses y evitaría unos 5,5 millones de muertes anuales en todo el mundo”, concluGuterres.