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Han pasado 159 días desde que Lula da Silva, expresidente de Brasil, se entregó a las autoridades y llegó a la sede de la Policía Federal de Curitiba, para pagar una pena de 12 años de prisión por corrupción. Desde ese domingo 8 de abril pasa sus días en una celda de 15 metros cuadrados, mucho más amplia que la de los reos ordinarios, las cuales solo cuentan con 9 metros cuadrados, y ambientada especialmente para él a petición del juez Sergio Moro, quien fue su verdugo en el caso conocido como Lava Jato.
“No es un preso común, es un preso político, el primer preso político después de la reapertura democrática”, aseguró en ese entonces Gleisi Hoffmann, presidenta del Partido de los Trabajadores. ¿Qué hace un expresidente en la cárcel? Si fue...
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