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“No apoyamos a ningún bando para evitar ataques”

EL COLOMBIANO entrevistó a Jaime Enrique González, un connacional que trabajó en los campos de refugiados más cercanos a la guerra contra el EI.

  • A pesar de los riesgos, y la amenaza de ataques en su contra, los trabajadores de Médicos Sin Fronteras atienden en el terreno a los afectados por los enfrentamientos contra uno de los grupos terroristas más sanguinarios de los últimos tiempos. FOTO cortesía msf
    A pesar de los riesgos, y la amenaza de ataques en su contra, los trabajadores de Médicos Sin Fronteras atienden en el terreno a los afectados por los enfrentamientos contra uno de los grupos terroristas más sanguinarios de los últimos tiempos. FOTO cortesía msf
02 de enero de 2018
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Un colombiano fue el encargado de administrar toda la parte logística del campo de refugiados que la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras ubicó en el corazón del territorio disputado entre tropas iraquíes y el Estado Islámico: Al Hamdaniya, en toda la frontera con Siria.

Jaime Enrique González ve en el valor de ayudar a cientos de miles de afectados por la guerra en esa parte de Medio Oriente, el motivo que le basta para obviar los peligros que supone trabajar allí y la amarga distancia frente a su país natal. EL COLOMBIANO dialogó con el ingeniero industrial quien, a pesar de que ya está de vuelta, espera retomar pronto su tarea estoica.

¿Cuánto tiempo lleva realizando labores humanitarias?

“Desde hace más de cuatro años, cuando empecé a trabajar en personal de Médicos Sin Fronteras acá en Colombia. Después de eso me enviaron a un destacamento en Turquía, para trabajar en un proyecto de ayuda a refugiados sirios. Tras eso pasé brevemente por Bélgica, y fui luego enviado a Irak, como parte del equipo de emergencia y encargado de la parte logística”.

¿Cómo empezó a sentir empatía por el trabajo humanitario como profesional?

“Soy ingeniero industrial de la Universidad Cooperativa. Pero siempre busqué trabajar en el ámbito humanitario. Empecé a buscar a empleo en Cruz Roja Internacional y Save the Children, pero fue en Médicos Sin Fronteras donde encontré una vacante para la parte logística, que es precisamente mi área de trabajo. Así empecé a trabajar en el tema, lo que me brindó la oportunidad de recorrer otros países”.

Se suele pensar que dichas ONG son esencialmente conformadas por médicos. ¿Qué nos puede contar de quienes integran dichas organizaciones y de su funcionamiento?

“El fuerte de estas organizaciones es por supuesto la parte sanitaria, pero también hay un componente logístico, administrativo y financiero. Es una mezcla de diferentes profesiones que garantizan que MSF pueda trabajar en esas regiones apartadas y marginadas. En cuanto al tema logístico, que es al que yo me dedico, se basa en dos familias: aprovisionamiento (alimento, insumos, materiales, energía, cadena de frío, agua y saneamiento), junto a transporte (carros, lanchas para movilizar al personal, a los generadores de energía para las clínicas móviles, etc), todo está integrado e interconectado para garantizar el funcionamiento de una misión humanitaria”.

¿Son por tanto ustedes, quienes trabajan en la parte logística, quizá el eslabón más vulnerable ante la posibilidad de ataques y robos en esas zonas empobrecidas y conflictivas?

“Es un riesgo que obviamente corremos al estar en este tipo de labores. Lo ideal es tener contacto con los diferentes actores y dejar muy claro que estamos en posición de neutralidad, y que nuestro objetivo principal es atender a las personas y familias que sufren la guerra. No nos ponemos de ningún lado y más bien nos concentramos en la parte humanitaria, así intentamos evitar este tipo de riesgos”.

¿Cuando trabajó en Colombia concretamente qué hizo y qué experiencia le dejó estar en las regiones más vulnerables del país?

“Cuando yo empecé estaba ya encargado de la parte logística de toda la misión en Colombia. Teníamos por entonces un proyecto en Buenaventura, y unos rurales en Tumaco, Caquetá y Putumayo. Yo era el encargado de organizar los diferentes proyectos en terreno y darles apoyo. Fue una experiencia muy grata porque pude estar en contacto con comunidades en situaciones de riesgo, y lo hacen a uno ver la realidad del país de otro modo. Además de eso pude conocer zonas muy diversas y remotas”.

¿En qué parte de Turquía fue asignado y cómo fue esa experiencia?

“En Gaziantep, ciudad en la frontera con Siria. Yo era responsable de la logística de un proyecto que se llama Alepo, para brindar apoyo a los hospitales que se encontraban en esa ciudad. Ya que nosotros no podíamos ir a Siria, nos encargábamos de brindar materiales como medicinas y generadores de energía. También, en cuanto a recibimiento de refugiados provenientes de esa cercana ciudad, brindábamos agua y saneamiento a distintos campos de acogida a lo largo de la frontera”.

¿Fue similar la labor en Irak y cuánto tiempo duró allá?

“Estuve a cargo de un proyecto llamado Hamdaniya (en el norte del país y cercano a Erbil, capital del Kurdistán, tal como Mosul, una de las urbes más importantes) desde abril hasta octubre de 2017. Era un hospital postoperatorio que recibía pacientes de diferentes centros que estaban en la zona para darles cuidado postoperatorio. Teníamos pacientes que venían de ellos, y recibían cirugías para sanarles heridas que sufrían por el conflicto. Nosotros debíamos garantizar que el centro médico funcionara las 24 horas, según las altas necesidades que había en el lugar”.

¿Cómo es la vida allá?

“Un lugar muy remoto respecto a Colombia, con una diferencia horaria de hasta 8 horas. Una cultura completamente diferente y en un ambiente muy difícil. Temperaturas de 42 grados hacen compleja cualquier labor que se haría con facilidad aquí, que además en la noche bajan drásticamente hasta que hace frío. En suma es muy difícil”.

¿Qué opinaba su familia con respecto a su labor en una zona tan conflictiva?

“Mis familiares sabían el contexto de mi viaje y, además de eso, mantenía constantemente contacto con ellos para explicarles en qué parte estaba y en qué condiciones vivía. Seguramente sintieron un poco de angustia con esa situación”.

¿Qué prevé hacer en 2018?

“Conozco la dificultad de abordar este tipo de contextos anteriormente mencionados, por las situaciones tan difíciles que se viven por el conflicto, pero estoy listo para moverme a cualquier lado, a cualquiera de los lugares donde se requiera mi apoyo”.

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