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Prevenir desastres naturales: reto del cambio climático

La gestión de riesgo de desastres permite cumplir el objetivo de la COP26: adaptarse, disminuir riesgos y crear comunidades resilientes.

  • FOTO getty
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09 de noviembre de 2021
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Peligrosamente cerca a la orilla de un río cualquiera hay una pequeña casa habitada por una familia numerosa. Viven estrechitos, comen lo que encuentran en el día y casi no duermen, sobre todo en las noches más lluviosas, preocupados por el día en que el suelo que los sostiene deje de hacerlo y den a parar al agua. Saben que vivir tan pegados al río es un riesgo, pero no tienen más alternativa. Les queda rezar para que la temporada de lluvias cese.

En otro lugar del mundo hay, en cambio, un campesino esperando a que llueva. Han pasado meses desde la última vez y nunca había tardado tanto. Sus cultivos se están secando y la poca agua que tiene la utiliza para su consumo. No puede darse el lujo de usarla para la cosecha.

En Canadá, a mitad de año, las olas de calor mataron en tan solo un mes a más de 600 personas y los incendios forestales en Europa y Amazonas fueron de los más devastadores de las últimas décadas. A esto se suman sequías, inundaciones, escasez de agua, movimientos de masa y muchos otros eventos naturales que, a causa del cambio climático, están y seguirán siendo más frecuentes, duraderos y extremos.

¿Los más afectados? Los vulnerables, aquellos de pocos recursos, los más pobres, que sufren con más fuerza las consecuencias de estos fenómenos que, en ocasiones, se convierten en desastres. Solo en 2020 causaron 250.000 millones de dólares en daños pero que, normalmente, causan hasta 500.000 millones. Y los países en vía de desarrollo no tienen cómo afrontar estas pérdidas y los pobres se vuelven aún más pobres.

En la 26° Conferencia de las Partes (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático 2021) o COP26, celebrada por estos días en Glasgow, discutieron ayer esta temática: Adaptación, Pérdida y Daño. El objetivo es que las 197 países trabajen juntas para evitar, minimizar y abordar las pérdidas y los daños a causa de los desastres naturales aumentados por el cambio climático, pero también para que más recursos y dinero de los países ricos ayuden a los más vulnerables en su recuperación.

COP26 para los más pobres

Anne-Marie Trevelyan, que trabaja para la Presidencia de la COP26 en el área de Adaptación y Resiliencia, dijo que la prioridad de la cumbre es evitar que el cambio climático empuje a más personas a la pobreza porque es una realidad que los impactos climáticos afectan de forma desproporcionada a las poblaciones.

Por eso, uno de los principales objetivos de la Cumbre será cerrar la brecha de adaptación y crear un futuro resiliente al clima para todos. Se enfocarán, para ello, en apoyar a los más vulnerables que son también “los que menos han hecho para provocar el cambio climático” y en unir a la comunidad internacional para apoyar económicamente y con recursos.

Hay, por ejemplo, una Coalición de Acción de Adaptación que se formó en enero de 2021 y que ahora cuenta con 38 países miembros. Entre otras funciones busca apoyar la integración del riesgo climático en los planes sectoriales y nacionales, integrar la inclusión y los principios dirigidos localmente y hacer seguimiento a las acciones reales que se están tomando en este sentido. Colombia es parte.

Adaptarse, ante todo

Los países no están cumpliendo los objetivos del Acuerdo de París que mantendrían el planeta en un aumento menor a 1,5 grados centígrados y lo cierto es que, así los cumplan, no serán suficientes. Los incendios seguirán ocurriendo, las sequías serán más intensas cada año, al igual que las lluvias y las inundaciones, más viviendas, cosechas y vidas se perderán y la pobreza aumentará, explica Lida González Rojas, experta en gestión del riesgo.

Ya no basta con prevenir, hay que gestionar y adaptarse al riesgo, a la pérdida y al daño. La consideración, explica el director del Departamento Administrativo para la Gestión del Riesgo de Desastres de Antioquia, Dagran, Jaime Enrique Gómez Zapata, no es ni la inundación ni el movimiento de masa, que son eventos naturales y que por sí solos no representan mayor problema. La dificultad está en que en muchas ocasiones esos eventos naturales ocurren en zonas donde hay asentamientos y solo cuando se afectan o pierden bienes o vidas se les llama desastres naturales.

Para evitar muertes y ayudar a las comunidades a afrontar estos eventos, hay tres pasos de los que se encarga la Gestión del Riesgo. El primero es la prevención. González lo explica como comprender el riesgo que existe y cómo funciona, analizar las alternativas para reducirlo, medirlo desde las pérdidas que pueda representar y anticiparse a los efectos que pueden ocurrir. Gómez agrega que, además, es útil entender cómo es la región en la que están trabajando: Colombia, por ejemplo, está en el trópico, donde es más difícil predecir las condiciones meteorológicas en comparación con, por ejemplo, Europa.

Prevenir puede hacerse en varios niveles: desde los Gobiernos, con planes de ordenamiento territorial que eviten que las comunidades se asienten cerca de quebradas o ríos, en montañas con suelos inestables o cerca a cuerpos como volcanes o construyendo infraestructura preparada para soportar los eventos; o ser más cercano y al alcance. Para este último caso, una simple acción como limpiar las canoas de la casa cuando se sabe que se avecina la temporada de precipitaciones puede evitar que el sistema de desagüe colapse, como una alcantarilla, e inunde la vivienda.

El segundo paso es la acción que, idealmente, debe ser rápida, capacitada y suficiente. El Dagran, por ejemplo, tiene para Antioquia una Unidad de Reacción Inmediata de Protección de Cobertura Vegetal que se enfoca en actuar sobre los incendios con todo un grupo de bomberos para proteger las zonas con alto valor ambiental, como páramos o manglares.

Otro sistema útil para este paso es el sistema de alertas y monitoreo que revisa las condiciones hidrometeorológicas en el territorio y permite tener la capacidad de disminuir o generar alertas tempranas y salvar las vidas. Esto entendiendo que predecir no indica evitar y que los fenómenos no se pueden eliminar, pero los riesgos sí.

Finalmente, el último paso y el que más resalta la COP26 es el después: cómo gestionar las pérdidas y los daños. Gómez explica que se evalúan los daños de cada evento, se analizan las necesidades de las poblaciones y sus pérdidas y se identifica cómo ayudar. En Antioquia, por ejemplo, pueden entregar ayudas humanitarias de primera necesidad a las familias y personas, como alimentación, kits de aseo, sábanas y ayudas en la reubicación, pero el ideal es un apoyo más significativo. Estados Unidos o Alemania, por ejemplo, proporcionan viviendas temporales a las personas desplazadas por los desastres naturales y financian programas para que las comunidades se vuelvan más resilientes.

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