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Grito de independencia catalán sigue en vilo por las tensiones

El referendo terminó repleto de irregularidades y acentuó aún más las diferencias con España.

  • En la mayoría de lugares donde la policía española intentó frenar las votaciones y contener las manifestaciones independentistas hubo protestas pacíficas por parte de los catalanes. FOTO reuters
    En la mayoría de lugares donde la policía española intentó frenar las votaciones y contener las manifestaciones independentistas hubo protestas pacíficas por parte de los catalanes. FOTO reuters
02 de octubre de 2017
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Barcelona amaneció el domingo con helicópteros desfilando bajo la lluvia. Su futuro como catalanes se definía entre hileras de votantes y arengas de quienes quieren la unidad nacional. La mayoría de los puestos de votación para el referéndum estaban ubicados en los colegios, que se destacaban por las filas de tres cuadras de largo: la gente con la sombrilla en una mano y la bandera en la otra. La pregunta era una sola: ¿Quiere que Cataluña sea un estado independiente en forma de república?

Tres semanas antes (11 de septiembre, Día Nacional de Cataluña), quienes apoyan la independencia dieron rienda a la protesta desde sus casas, con los sonados cacerolazos desde las ventanas de los edificios, donde se asomaban agarrando lo que tuvieran en sus cocinas para hacer ruido y gritar por Cataluña. Todas estas noches, sin falta, reclamaron que Cataluña fuera de Cataluña.

Defendían, además, que el gobierno español no se opusiera a la realización del mismo. Y es que el presidente Mariano Rajoy calificó el proceso como ilegal e inconstitucional (según la Constitución de 1978 que no permite establecer un voto por la autodeterminación). Sin embargo, Carles Puigdemont, presidente de la Generalidad de Cataluña, dijo que comunicaría en próximos días al Parlamento regional los resultados de la votación para que proclame la independencia, si hubiera ganado el sí. Al cierre de esta edición, resultados preliminares hablaban de un 90 % de victoria.

Pero el resultado pasó a un segundo plano ayer. Los enfrentamientos entre la gente procurando votar y la Guardia Civil (ordenada por el Gobierno Nacional) suprimiendo puestos de votación ocuparon la agenda. En horas de la tarde, Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, reportó más de 844 heridos en Cataluña. En redes se difundieron videos de los sufragantes siendo sacados a la fuerza, así como de cuerpos antidisturbios expulsados por una lluvia de piedras (ocurrió en Tarragona).

¿Votar o no?

A pesar de esto, en gran cantidad de puestos de votación la gente pudo llegar con tranquilidad y se estableció una manifestación pacífica. David Llamas fue uno de los asistentes. Tenía pensado no votar, por los conflictos que auguraba este domingo, pero luego de ver la mano dura del Gobierno decidió salir a ejercer su derecho. “No iba a venir, pero luego de ver imágenes de personas que estaban golpeando y la destrucción de las urnas, cambié de opinión. Si tan inválido es el voto, ¿por qué lo impiden?”, se preguntó.

Juanjo Jauregui apoya la independencia. Igual que muchos en la fila, llevó un bocadillo para esperar su turno. Con cada persona que terminaba de votar, se escuchaban los aplausos por parte de los demás asistentes. “En este momento es la extrema derecha española la que está mandando y no dando una solución al problema catalán. España está dentro de Europa. Inglaterra ha salido porque quería y con nosotros tendría que ser igual”, manifestó, luego de la ovación de sus correligionarios.

En una de las esquinas de Plaza Cataluña (la misma en la que hace un mes una oleada de catalanes y españoles se unieron para decir juntos “no al terrorismo”), se reunió un grupo en contra del referéndum. Llevaban banderas de España y exclamaban: “ser catalán era un orgullo y ser español, un honor”. Gritaron además, apoyados por la lluvia, que aquello no era lluvia sino las lágrimas de Puigdemont. Pero como es común en conflictos de gran magnitud, los que dieron la cara y lloraron esa jornada gris no fueron políticos, sino ciudadanos. Con ellos, una vez más, Cataluña lloró.

Lo que se avecina

Ramón Hernández, ciudadano nacido en Barcelona, y quien recientemente adquirió doble nacionalidad en Colombia, dijo que el referéndum no debería ser vinculante, pues no cuenta con las garantías mínimas para ello, y considera que está unilateralmente manipulado por los partidos independentistas.

“La solución comienza con el diálogo entre las dos partes, con un acuerdo pactado donde todos los partidos de España estén representados, para luego reformar, si diera lugar a ello, la Constitución. España lleva 40 años con un modelo de Estado con Comunidades Autónomas (17) que ya ha quedado obsoleto, ya que unas autonomías tienen más transferencias que otras y el Gobierno Central manda cada vez menos en ellas”, aseveró.

De formalizarse el ‘Sí’, Cataluña pasaría a ser una nación soberana y tendría una autonomía total sobre sus recursos. El escenario para ese cambio ya está sobre la mesa, pues ambas partes se han manifestado. Sin embargo, no podrán ignorar el punto de inflexión al que se llegó este domingo con el mal manejo del estado español y su intolerancia frente a un acto simbólico de protesta.

Por eso, para ver el resultado real del 1-0 (como los medios bautizaron la jornada de votación), todavía queda tiempo. Ya expresó el escritor catalán Guillem Martínez sobre ese asunto: “decir lo que pasa no es, por cierto, decir lo que pasará”.

*Colaboración desde Barcelona

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