En el parqueadero del Inem hay un bus que es el sueño de todo coleccionista y amante a los motores: es un Dodge D-600, modelo 73, con un motor diésel cummis, una joya de ingeniería automotriz que todavía ruge como lo hizo durante los más de 45 años que estuvo en servicio.
El bus es también la nostalgia de egresados que recorrieron cientos de kilómetros a bordo de esa mole de silletería rígida de cuero por varias partes del departamento y del país para participar en eventos deportivos, artísticos o ferias académicas.
Y ahora ese bus es el mimado y el símbolo de un proyecto educativo, tal vez único en el país, una iniciativa que podría sacar de la jubilación al emblemático vehículo cincuentón que salió de circulación en 2018.
Al bus no le negaron chancleta. En 45 años de servicio y recorrió miles de kilómetros toreando las carreteras hacia Bogotá, Manizales, Montería, Cartagena, Armenia, Ibagué y otros parajes, vías que no eran precisamente las 4G de ahora, sino trochas insufribles.
Pero tal vez fue el hecho de haber tenido solo tres conductores en toda su vida útil: don Diego, don Juan y don Héctor de Jesús Giraldo –quien lo manejó desde el 89 hasta 2018– lo que ayudó a mantenerlo conservado. También influyó, seguramente, el cariño y cuidado de los estudiantes, que todavía cuando llegan a encuentros de egresados y lo ven parqueado lloran recordando las historias que vivieron en él y gracias a él, según cuenta Doralba Mejía Ríos, directora de Bienestar Institucional del Inem.
Después de terminar su vida útil como bus escolar, el Dodge D-600 quedó parqueado a la espera de que le llegara la hora de ser chatarrizado, un final poco digno, pues Doralba asegura que si hubiese que elegir un símbolo que represente la historia y el legado del Inem Medellín sería ese bus trompón, de cabrilla de pasta, sillas de cuero, puerta de acordeón, bocina ruidosa y motor endemoniado.
Por fortuna en este caso, la burocracia y el papeleo fueron aliados para evitar que el “niño”, como le dicen en el colegio, terminara convertido en chatarra retorcida. El bus sigue incluido como activo del Distrito, y teniéndolo aún en una sola pieza, se les ocurrió que había que ponerlo a hacer algo más que acumular óxido en el parqueadero.
Este año, cuenta Doralba, decidieron convertir el bus en el emblema de la Ruta I (Innovación, Invención, Investigación e Imaginación), el proyecto de los retos y los propósitos a mediano y largo plazo que se trazó la institución educativa al cumplir 54 años de historia.
En el viejo Dodge se han realizado ya varias paradas en la ruta de la implementación del proyecto, en las que participan los estudiantes monitores y docentes.
Cuenta Doralba que subirse al bus se convirtió en un privilegio y en un incentivo impensado que les ha permitido conectar con esta generación de estudiantes.
“Cuando el bus enciende el motor y toca la bocina, no te imaginás lo que genera esto, lo que expresan los muchachos que sienten y hasta lo que uno mismo siente. Cuando empezamos a pensar qué elementos podrían servirnos para conectar con los estudiantes y motivarlos en la ruta de estos proyectos no alcanzamos a imaginar el potencial que iba a tener este bus para lograr ese objetivo”, relata.
Pero en el colegio quieren elevar la apuesta y desde principio de año se plantearon el reto de convertir el bus en un aula taller, un aula para el aprendizaje en ciencia y tecnología.
Saben que no es fácil. Requeriría modificar, sin que pierda su carácter de auto clásico, el interior del bus, además de blindarlo de la corrosión, hacer un trabajo importante en el techo de reparación y prevención, dotarlo con computadores y de un sistema de energía, modificar silletería y montarle aire acondicionado.
En Colombia varias de las grandes universidades tienen aulas digitales móviles en modernos vehículos y también hace poco, cuenta la directora de Bienestar del colegio, conocieron un modelo similar convertido en discoteca. Pero hasta donde tienen conocimiento esta sería la primera vez que en el país una institución educativa convierte uno de estos buses, que por cierto marcaron un hito en la historia urbana de Colombia, en un aula tecnológica
Pero para hacerlo realidad están tocando puertas: empresas, familias u otras instituciones que se animen a sumarse a que el bus cincuentón haga parte del fortalecimiento de los procesos de investigación del tradicional colegio paisa.
Hay que recordar que el Inem es una de las instituciones educativas líderes en investigación en Antioquia, uno de los colegios con mayores tasas de ingreso a las universidades y que cuenta con uno de los programas de media técnica más exitosos en la ciudad, en el que se forman, por ejemplo, en tecnología de última generación en energía fotovoltaica para desarrollo y mantenimiento de paneles solares.
Hace poco menos de un año una de sus estudiantes, Ana Sofía Gutiérrez, fue una de las 35 estudiantes elegidas para ir a la Nasa y ampliar en un campamento los conocimientos adquiridos dentro de las aulas del Inem que ahora podrían extenderse al interior del querido Dodge 600.