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Especial Medellín 350 años | Cocrear para una Medellín sin hambre

Jorge Correa, reconocido gestor de cambio en el ecosistema alimentario, combate el hambre y el desperdicio de alimentos mediante IA y analítica de datos. Propone una Medellín donde los niños accedan a alimentos abundantes gracias a la sinergia de la industria alimentaria.

  • El icónico Coltejer se levanta en pleno corazón del centro de la ciudad. Fue el edificio más alto de Colombia. FOTO: Camilo Suárez.
    El icónico Coltejer se levanta en pleno corazón del centro de la ciudad. Fue el edificio más alto de Colombia. FOTO: Camilo Suárez.
02 de noviembre de 2025
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Colaboración especial de Jorge Correa.

Imaginar la Medellín del futuro es, inevitablemente, soñar con una ciudad sin hambre. Porque así como el alimento sostiene la base de nuestras necesidades humanas, la seguridad alimentaria es el cimiento invisible sobre el que se construye el tejido social.

Cuando un niño menor de cinco años sufre desnutrición crónica, su vida adulta se ve marcada por heridas silenciosas: una pérdida de 14,6 puntos en su coeficiente intelectual, seis años menos de escolaridad, y un ingreso 54 % inferior al promedio. La desnutrición, que puede reducir hasta en un 11 % el PIB de un país, no solo genera frustración y desigualdad, sino que alimenta el resentimiento y la inseguridad.

Quienes hemos nacido en Colombia sabemos que el hambre no es una estadística lejana. Es una presencia cotidiana, una sombra que se cuela en nuestras calles, en nuestros barrios, en nuestras conversaciones, convirtiéndose en un paisaje, en una enfermedad social paralizante que procura sufrimiento, dolor y una muerte lenta a sus víctimas, además de parálisis e indiferencia a los testigos del crimen. Pero fue gracias al ejemplo de una madre amorosa, que comprendí la importancia de asumirme parte de la solución, y hoy abrazo con sentido de urgencia, el propósito de luchar contra el hambre, conectando personas, organizaciones y pequeños actos de amor y de servicio que entienden que el hambre no da espera.

Experiencia transformadora

Mi madre, Mercedes Toro de Correa, dedicó su vida a la educación preescolar. Fue cofundadora del jardín infantil Mi Mundo Maravilloso, donde mis hermanos y yo crecimos rodeados de su ternura y vocación. Al pensionarse, junto a su amiga y socia Gloria Luz Jaramillo, fundó el jardín infantil Semillas de Paz en el barrio La Cruz, con el firme propósito de extender su obra a comunidades vulnerables. En 2008, tuvimos el privilegio de acompañarla allí, donde cada día llegaban cerca de trescientos niños a jugar, aprender y, sobre todo, a comer.

Fue entonces cuando presenciamos una escena que nos cambió para siempre. Al sonar la campana que anunciaba el fin de la jornada y de la semana, los niños dejaban de sonreír. Algunos se mostraban asustados, otros salían llorando. Ese día comprendimos que lloraban porque debían esperar hasta el lunes para volver a comer. En sus hogares, como en tantos otros, la mesa suele estar desesperadamente vacía.

Junto a mis hermanos Juan David, Luis Carlos y Ana María, consolidamos una posición relevante en el ecosistema de innovación de Medellín. Inspirados por nuestro padre, Guillermo Correa, quien siempre nos animó a resolver problemas del entorno, fundamos nodrizza.com, la primera empresa colombiana en desarrollar apps móviles y automatizar operaciones comerciales en tiempo real para la industria alimentaria.

Fue allí donde conocimos de cerca el fenómeno de la merma operativa: alimentos que, aunque aptos para el consumo humano, son descartados por no cumplir estándares comerciales, un problema logístico y reputacional para las empresas.

Al constatar que el 40 % de los alimentos producidos en el mundo se desperdician, mientras una de cada nueve personas se acuesta con hambre, decidimos actuar. Este problema global le cuesta a la industria 2,6 trillones de dólares al año y genera el 8 % de las emisiones de gases de efecto invernadero.

En Colombia se pierden y desperdician diez millones de toneladas de alimentos al año, suficientes para alimentar a ocho millones de personas. En una ciudad donde uno de cada diez niños sufre desnutrición crónica, entendimos que no podíamos quedarnos al margen.

En 2019, con un propósito claro y las herramientas necesarias, decidimos ser parte de la solución. Fue entonces cuando, después de un exitoso piloto en el que participaron la Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia y la Organización Grupo Éxito, en compañía de otros entusiastas como Isis Espitia, Daniel Cárdenas, Jorge Carpinteyro y un equipo direccionado por el propósito, incorporamos al modelo una lógica que entiende el conocimiento profundo de las operaciones de gestión de excedentes y abastecimiento humanitario de alimentos, las cuales se amalgaman para ver nacer a EatCloud, una plataforma digital basada en inteligencia artificial y analítica de datos que, permite a la industria alimentaria redistribuir de forma segura y eficiente sus excedentes aptos para consumo humano, consumo animal y uso industrial. Este modelo reduce el desperdicio, genera ahorros logísticos y beneficios tributarios y vincula a las empresas en la lucha contra el hambre en sus territorios.

EatCloud genera datos analíticos en tiempo real sobre el impacto logístico, económico, social y ambiental de su operación, con lo que ayuda a las organizaciones a optimizar procesos, fortalecer su compliance y tomar decisiones más eficientes gracias a herramientas de IA generativa.

Hace más de veinte años comenzamos a unir los puntos que nos llevarían a cocrear una Medellín sin hambre. Lo hicimos desde un modelo ecosistémico, colaborativo, basado en tecnologías exponenciales, pero, sobre todo, en principios y valores profundamente humanos que, de la mano de mi esposa, Ling Rojas, sembramos en nuestros hijos, Tomás y Mariana, y que así mismo siembra cada uno de mis hermanos, y los miembros del equipo en su entorno.

Hoy este modelo, “Hecho en Medellín”, conecta a la industria alimentaria, supermercados, tiendas de conveniencia, restaurantes, hoteles, agroindustria, gobiernos, bancos de alimentos y ONG. Opera en Colombia, México y Ecuador, y está en fase piloto en Centroamérica, Europa y África. Tras redistribuir más de 46 000 toneladas de alimentos —más de ciento seis millones de platos—, EatCloud ha beneficiado a millones de personas, como a aquellos niños que años atrás veíamos partir del jardín infantil los viernes, con el corazón encogido.

Además, ha generado ahorros superiores a cuarenta millones de dólares para la industria, mitigado más de ciento veinte millones de kilos de CO2, ahorrado veintinueve billones de litros de agua y una huella energética equivalente al consumo de 4,5 millones de hogares encendidos durante un año.

El ser gestores de cambio en el ecosistema alimentario y en nuestra sociedad nos lleva día a día a abrazar el futuro, a pensar en una Medellín que en cincuenta años solo conozca el hambre en libros de historia. Una Medellín en la que los niños tengan acceso a abundantes alimentos y que esta sea la base que les permita jugar, crecer, aprender, soñar. Sobre esta base se edificarán muchos procesos de ciudad, empezando por una sólida educación que les dé a niños y jóvenes, independiente de su origen, las mismas oportunidades.

Para ese entonces, la tecnología habrá transformado las cadenas de abastecimiento alimentario, empezando por el campo que, gracias a la capacidad de recopilar y analizar datos, entenderá la mejor manera de orientar sus recursos a partir de una programación agrícola inteligente que direccione lo que se siembra, y sepa dónde y cuándo hacerlo para evitar el desperdicio que hoy pone en jaque a tantos campesinos. Las cadenas de logística y distribución serán costo-eficientes, porque, sin duda, retornaremos a la economía local, al concepto de aldea que produce y consume lo necesario para quienes habitan su entorno.

Vivir 150 años

Sin duda, para ese entonces, habremos sobrepasado tantos límites planetarios ambientales que repensaremos nuestros procesos productivos y regenerativos alimentarios, para que lo que produzcamos cada día no sacrifique los recursos del mañana. En ese sentido, la industria alimentaria avanzará para dar la bienvenida a cultivos inteligentes descentralizados, a superalimentos, a sustitutos alimentarios proteicos, diseñados con plantas a partir de combinaciones naturales de sabores, texturas y nutrientes direccionados por inteligencia artificial. Una nueva consciencia de que somos lo que comemos, finalmente, nos llevará a extender la expectativa de vida y a ver nuestros primeros lugareños de ciento cincuenta años, hijos de una generación que en cincuenta años veremos nacer.

Es inevitable soñar en la Medellín del futuro, mientras se trabaja con optimismo y esperanza en la Medellín del presente. Hoy EatCloud es la startup que redistribuye el mayor volumen de alimentos no vendidos en el mundo para combatir el hambre. Una historia que comenzó con el amor de una madre, la visión de una familia que trabaja unida sin parar, el compromiso de un ecosistema y de una ciudad que ha decidido mirar al futuro con esperanza.

Colaboración especial de Jorge Correa. Fundador y CEO de EatCloud, emprendedor de triple impacto y conferencista inspiracional. Es publicista, con MBA y máster en Negocios Digitales; ha acompañado desde hace más de veintitrés años el desarrollo de ecosistemas empresariales.

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