El mayor depredador del continente americano es un símbolo que transita por varios niveles de la Tierra: se arrastra, se sube a los árboles, se mete al agua. Por eso en la época prehispánica los atributos del poder se relacionaban con este animal que tiene gran fuerza en sus garras y colmillos. Los jaguares son principalmente moradores de la selva, pero también han sido vistos en las laderas de las montañas en Colombia, Perú y Ecuador. Y los efectos de su ausencia o presencia llegan hasta las ciudades.
Jenny Gallo, coordinadora de proyectos en Panthera y líder el Mes del Jaguar en Colombia y Perú, cuenta que esta celebración en noviembre, que se hace desde México hasta Argentina, busca visibilizar lo importante que es este felino para mantener el equilibrio de los ecosistemas.
Sí que los extrañan
De acuerdo con Esteban Payán Garrido, doctor en zoología y director regional de Panthera y sus operaciones para América del Sur, su permanencia allí asegura la biodiversidad funcional en las cuencas de los ríos que abastecen a las grandes ciudades.
El biólogo nacido en Cali y quien tiene una especial fascinación por los jaguares, tigres y leones, indicó en un foro realizado a principios de noviembre en Parque Explora que el estudio Degradación trófica del planeta tierra, publicado en la revista Science en 2011, muestra cómo la estructura y vegetación cambia cuando él no está (en los recuadros debajo de la infografía compare las fotos que este artículo científico publicó de un bosque de Venezuela con su ausencia –quien pierde– y con su presencia –quien gana–).
Payán señala, basado en esta y otras publicaciones científicas, los efectos de su ausencia: mayor erosión, más sedimentos en los ríos y, por tanto, en varios casos, mayor inversión del gobierno en plantas de limpieza del agua para hacerla potable. Los bosques alterados se hacen áridos porque hay menos sombra, aumentan lo que los biólogos llaman los mesopredadores como los zorros, jaguarundis, zarigüeyas y los coyotes, que a su vez se comen aves de canto.
Esto sucede porque si el jaguar no está, sus presas aumentan de una forma descontrolada, por lo que consumen más semillas de flores, de frutos y de hojas. Los grandes bosques regulan el clima a nivel mundial y sin estos animales no sería fácil mantenerlos saludables.
Las organizaciones Panthera, South Pole y Conexión Jaguar, reunidas en Explora, narraron la importancia del Corredor Jaguar, una idea del fallecido biólogo norteamericano Alan Rabinowitz.
Esta propuesta, que pasa por Colombia, “permite generar la conectividad para que se mantenga la variabilidad genética del jaguar o la pantera (son los mismos), y se garantice su vida a perpetuidad”. La idea surgió, cuenta Gallo, porque antes se creía que habían varias subespecies, en tanto es más pequeño en algunos países, pero estudios genéticos recientes encontraron que no es así.
Sin su poder en la selva, esta se empobrece. Así de importante es este gato salvaje.
El mayor depredador del continente americano es un símbolo que transita por varios niveles de la Tierra: se arrastra, se sube a los árboles, se mete al agua. Por eso en la época prehispánica los atributos del poder se relacionaban con este animal que tiene gran fuerza en sus garras y colmillos. Los jaguares son principalmente moradores de la selva, pero también han sido vistos en las laderas de las montañas en Colombia, Perú y Ecuador. Y los efectos de su ausencia o presencia llegan hasta las ciudades.
Jenny Gallo, coordinadora de proyectos en Panthera y líder el Mes del Jaguar en Colombia y Perú, cuenta que esta celebración en noviembre, que se hace desde México hasta Argentina, busca visibilizar lo importante que es este felino para mantener el equilibrio de los ecosistemas.
Sí que los extrañan
De acuerdo con Esteban Payán Garrido, doctor en zoología y director regional de Panthera y sus operaciones para América del Sur, su permanencia allí asegura la biodiversidad funcional en las cuencas de los ríos que abastecen a las grandes ciudades.
El biólogo nacido en Cali y quien tiene una especial fascinación por los jaguares, tigres y leones, indicó en un foro realizado a principios de noviembre en Parque Explora que el estudio Degradación trófica del planeta tierra, publicado en la revista Science en 2011, muestra cómo la estructura y vegetación cambia cuando él no está (en los recuadros compare las fotos que este artículo científico publicó de un bosque de Venezuela: a la izquierda refleja el escenario en el que está ausente y a la derecha en el que está presente).
Payán señala, basado en esta y otras publicaciones científicas, los efectos de su ausencia: mayor erosión, más sedimentos en los ríos y, por tanto, en varios casos, mayor inversión del gobierno en plantas de limpieza del agua para hacerla potable. Los bosques alterados se hacen áridos porque hay menos sombra, aumentan lo que los biólogos llaman los mesopredadores como los zorros, jaguarundis, zarigüeyas y los coyotes, que a su vez se comen aves de canto.
Esto sucede porque si el jaguar no está, sus presas aumentan de una forma descontrolada, por lo que consumen más semillas de flores, de frutos y de hojas. Los grandes bosques regulan el clima a nivel mundial y sin estos animales no sería fácil mantenerlos saludables.
Las organizaciones Panthera, South Pole y el programa de sostenibilidad de Isa, Conexión Jaguar, reunidas en Explora, narraron la importancia del Corredor Jaguar, una idea del fallecido biólogo norteamericano Alan Rabinowitz.
Esta propuesta, que pasa por Colombia, “permite generar la conectividad para que se mantenga la variabilidad genética del jaguar o la pantera (son los mismos), y se garantice su vida a perpetuidad”. La idea surgió, cuenta Gallo, porque antes se creía que habían varias subespecies, en tanto es más pequeño en algunos países, pero estudios genéticos recientes encontraron que no es así.
Sin su poder en la selva, esta se empobrece. Así de importante es este gato salvaje.