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Conozca al pangolín, también es víctima del coronavirus

  • Son ocho especies de pangolines, seis en estado vulnerable, dos en peligro crítico de extinción. Foto: Sstock.
    Son ocho especies de pangolines, seis en estado vulnerable, dos en peligro crítico de extinción. Foto: Sstock.
  • Enrollarse es la forma que tiene el pangolín de protegerse. Foto: Sstock
    Enrollarse es la forma que tiene el pangolín de protegerse. Foto: Sstock
01 de abril de 2020
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Su silueta prehistórica es difícilmente perceptible cuando avanza lentamente a través de los árboles del bosque ecuatorial de África Central, pero a los rastreadores le alcanza el susurro de las escamas que acarician las hojas para detectarlo.

Contra los depredadores, el torpe pangolín de cola larga dispone de un mínimo arsenal: el camuflaje de sus escamas marrones y el pequeño tamaño de su cuerpo.

Es el mamífero más cazado del mundo. Es víctima del intenso tráfico en el continente africano: cada año se cazan entre 400.000 y 2,7 millones de pangolines en los bosques de África Central, según un estudio internacional publicado en 2017 por la revista Conservation Letters.

Hay más números: “Según los decomisos reportados entre 2011 y 2013 se calcula que murieron entre 116.990 y 233.980 pangolines, cifras que, según los expertos, representan solo el 10 % del volumen real de los pangolines incautados como parte del tráfico ilegal de vida silvestre”, explican en la página web de la World Wild Life (WWF).

¿Cómo es?

Es un animal solitario, principalmente nocturno, que se reconoce por esa armadura llena de escamas. A veces se le conoce como oso hormiguero escamoso por su dieta y se le caza por su carne y escamas, precisan en la WWF, principalmente en Asia y en África.

“El pangolín tiene una gran demanda en países como China y Vietnam, donde su carne se considera un manjar y las escamas son utilizadas en la medicina tradicional y remedios caseros para tratar una variedad de dolencias como el asma, el reumatismo y la artritis”. Virtudes terapéuticas no probadas y muy controvertidas.

De acuerdo con esta organización hay ocho especies distribuidas en esos dos continentes, seis están consideradas en estado vulnerable y dos de ellas en peligro crítico de extinción, según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la conservación de la naturaleza.

Cuatro especies viven en África, según la WWF: el pangolín de vientre negro (Phataginus tetradactyla), el pangolín de vientre blanco (Phataginus tricuspis), el pangolín gigante (Smutsia gigantea) y el pangolín de tierra de Temminck (Smutsia temminckii).

Las otras cuatro se encuentran en Asia: el pangolín indio (Manis crassicaudata), el pangolín filipino (Manis culionensis), el pangolín de Sunda (Manis javanica) y el pangolín chino (Manis pentadactyla).

Todas están protegidas por leyes nacionales e internacionales.

Y ahora tienen un problema nuevo que los amenaza: investigadores chinos sospechan que el mamífero transmitió el nuevo coronavirus a los humanos en un mercado de animales vivos de la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, en el centro de China.

Enrollarse es la forma que tiene el pangolín de protegerse. Foto: Sstock
Enrollarse es la forma que tiene el pangolín de protegerse. Foto: Sstock

¿Y qué tiene que ver con el nuevo coronavirus?

Por Agencia Sinc

La respuesta sobre el origen del virus es aún incierta y los científicos barajan varios escenarios. Uno de ellos es el pangolín como salto intermedio.

En esa etapa intermedia de murciélagos a humanos, el virus habría pasado por algún huésped, cuya selección natural le habría predispuesto a infectar a humanos, “simplemente porque los receptores son lo suficientemente parecidos como para que luego al saltar a humanos sea mucho más sencillo”, dice Fernando González Candelas, catedrático de Genética de la Universidad de Valencia e investigador de FISABIO.

Según González Candelas, el virus no está solo en un linaje, va expandiéndose en todo tipo de organismos a los que puede infectar.

En este escenario, las diferentes características del virus habrían evolucionado a su estado actual antes de penetrar en humanos. Como señalan en el estudio de Nature Medicine, la epidemia actual habría surgido en cuanto los humanos se habrían infectado. El virus convertido ya en patógeno habría estado listo para propagarse entre las personas.

En el trabajo de Zhigang Zhang, investigador en el Laboratorio Estatal clave para la Conservación y Utilización de Recursos Biológicos en la Universidad de Yunnan (China) y autor de un estudio publicado en marzo en Current Biology, se plantea la posibilidad de que este huésped intermedio sea el pangolín por las muestras de pulmón analizadas y en las que se detectó por primera vez la existencia de un CoV similar al SARS-CoV, coincidiendo con el inicio de la epidemia. “Conjeturamos que los pangolines malayos muertos pueden llevar un nuevo CoV estrechamente relacionado con el SARS-CoV-2”, recalcan en el estudio de Current Biology publicado esta semana.

Según detalla a SINC el investigador chino, el camino de la infección que ha provocado el brote sería el siguiente: en la base estaría el murciélago (con resistencia o levemente susceptible al virus), seguido de múltiples especies cruzadas, entre las cuales el pangolín podría ser una víctima y susceptible al virus, antes de llegar al humano, aún más susceptible al virus y en contacto con animales para la obtención de herramientas, alimentos, caza y otros usos, incluidos los comercios ilegales.

A pesar de los hallazgos, ante la imposibilidad de realizar más experimentos a falta de la muestra original, el equipo chino recalca que aún se debate si las especies de pangolín son buenas candidatas para el origen del SARS-CoV-2.

“Teniendo en cuenta la amplia propagación de SARS-CoV en reservorios naturales, como murciélagos, camellos y pangolines, nuestros hallazgos serían significativos para encontrar nuevos huéspedes intermedios de SARS-CoV-2 para bloquear la transmisión entre especies”, concluyen.

Según González Candelas, el virus va expandiéndose en todo tipo de organismos a los que puede infectar. “El pangolín sería otro, no solamente en la escalera que llega al humano, pero en una escalera colateral cuyo final no sabemos cuál es”, añade, teniendo en cuenta que “la evidencia que existe no es lo suficientemente fiable o robusta como para dar eso por aceptado”.

Escamas a precio de oro

Los bosques del Parque Nacional Dzanga-Sangha, en el extremo suroeste de la República Centroafricana, son el último santuario de vida animal en un país devastado por la guerra civil, y uno de los pocos refugios en el mundo para este mamífero en peligro de extinción.

Un equipo dirigido por la veterinaria suiza Maja Gudehus se encuentra en Dzanga-Sangha para estudiar pangolines en su entorno natural, para comprenderlos y protegerlos mejor, un proyecto de investigación único en el continente.

Porque a pesar de la notoriedad adquirida con todas sus desgracias, el pangolín es prácticamente un desconocido para los científicos, que ignoran casi todo de la longevidad, territorialidad, hábitos alimentarios y reproducción del animal.

“Casi no hay datos sobre el pangolín de cola larga, y apenas sobre las otras especies africanas”, explica Gudehus, mientras observa un ejemplar que se mueve en la copa de un árbol.

Difícil de estudiar

El animal, que se paraliza y se convierte en una bola de escamas en presencia del peligro, es particularmente fácil de capturar, pero es uno de los más difíciles de estudiar en cautiverio.

“No podemos mantenerlos por más de unos pocos días. No se alimentan, mueren de estrés, gastritis y otros problemas que aún no conocemos”, dice Gudehus.

Por lo tanto, la única solución es “monitorear” día a día algunos especímenes bien identificados, con la ayuda de pigmeos en la región.

La experiencia de los pigmeos Baaka, profundos conocedores de los bosques, es esencial para rastrear a estos animales frágiles y temerosos.

De los tres ejemplares estudiados recientemente, el primero ha desaparecido y el segundo ha sido víctima de un parásito previamente desconocido.

“Por lo general, puedes sentir cuando un animal está mal. Pero los pangolines pueden morir en media hora sin que tengas tiempo de notarlo”, dice Gudehus.

Gudehus vive en una pequeña cabaña asediada por el bosque que es a la vez su hogar y su laboratorio. En la cabaña se amontonan libros científicos y cajas de equipo médico, entre la cama del campamento y el microscopio.

No es suficiente para mellar la moral de esta científica apasionada. “¡Todo queda por descubrir! Las principales referencias científicas son los trabajos de Elizabeth Page, escritos en 1940. Es realmente extraordinario que se haya investigado tan poco hasta ahora ¡Tenemos que darnos prisa!”, dice entusiasmada.

En peligro

“Antes, veíamos muchos pangolines”, dice Didon, uno de los mejores rastreadores de los Baaka en la región. “Ahora se han vuelto raros”, añade.

E incluso si las cuatro especies presentes en la República Centroafricana están protegidas, la ley es muy difícil de aplicar, ya que dos tercios del territorio están en manos de grupos armados rebeldes.

“A diferencia de los elefantes, los pangolines son muy difíciles de rastrear, y es raro poder detener a los cazadores furtivos durante la caza”, explica Luis Arranz, a cargo del parque nacional de la oenegé WWF. “Debemos confiar en las incautaciones y en nuestros informantes”, señala.

En algún lugar de las oficinas del parque, basta empujar una puerta de metal para tener una idea de la escala del tráfico: las cajas en los estantes se desbordan con escamas destinadas al mercado chino.

Es un botín estimado en varios cientos de miles de euros. “Aquí, mucha gente hace esto”, dijo un cazador local, que pidió no ser identificado.

“Una olla de escamas de pangolín se vende por unos 30.000 francos CFA (unos 45 euros). Si hubiera trabajo aquí, la gente no cazaría”, afirma.

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