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Oportunidades para un crecimiento verde es lo que tiene Colombia

  • La contaminación del aire cuesta al país 1 punto del PIB. La electrificación vehicular es necesaria. Foto Carlos Velásquez
    La contaminación del aire cuesta al país 1 punto del PIB. La electrificación vehicular es necesaria. Foto Carlos Velásquez
17 de julio de 2018
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Colombia ya tiene un norte para su crecimiento verde, que asegure el desarrollo económico sustentable y el uso racional de los recursos naturales: un Conpes, que fija una política que además se alinea con compromisos adquiridos por el país.

Entre las metas para generar esas oportunidades económicas basadas en la riqueza del capital natural figuran en el nuevo documento:

Que a 2030 la economía forestal alcance una participación del 1,5% en el Producto Interno Bruto (en 2017 se encontraba en 0,79%); y aumentar el portafolio de bioproductos de 85 en 2018 a 500 en 2030.

Fortalecer los mecanismos y los instrumentos para optimizar el uso de recursos

naturales y energía en la producción y consumo: así, que la productividad hídrica avance de 3.334 pesos por metro cúbico a 4.440 pesos por metro cúbico; aumentar de 0,49% a 10% la producción agrícola que cumpla con criterios de crecimiento verde; que la flota de vehículos eléctricos que a 2017 alcanzaban los 1.695 registrados alcancen los 600.000 para 2030; una tasa de reciclaje y nueva utilización de residuos sólidos en la economía de

17,9% (en 2015 la tasa se encontraba en 8,6%); la reducción de emisiones totales de gases efecto invernadero a 20% respecto a la proyección para 2030.

Asimismo plantea fortalecer las capacidades en Ciencia Tecnología e Innovación para el crecimiento verde, aumentando la inversión pública en Investigación y Desarrollo pasando de 0,02% que se tenía en 2016 a 0,08% para 2030.

Deficiencias que son oportunidades

Hernando José Gómez, director de la Misión de Crecimiento Verde que luego de un prolongado estudio presentó 176 propuestas para desarrollar el sector, explicó qué fue lo hallado por la Misión y cuáles son los campos promisorios para desarrollar en un país con tan alta riqueza natural.

¿Qué lo fundamental que encontraron en este trabajo?

“De las cosas que encontramos de entrada, es que en términos del uso eficiente de recursos naturales, tanto agua, suelo, energía, materiales, estamos muy por debajo de los estándares de los países de la Ocde, de los países de ingreso medio y alto.

Para dar algunos ejemplos, se estima que más o menos estamos perdiendo uno de cada dos litros de agua potable que se distribuye en Colombia. También el 48 % de la energía que se está generando se pierde en el camino de alguna manera. Adicionalmente tenemos que la contaminación en las ciudades está llegando ya a niveles peligrosos para la salud humana, como ocurre en el caso de Medellín y Bogotá.

Allí la electrificación del transporte es importante pero requiere manejo financiero porque los automóviles eléctricos cuestan un poco más, pero tienen costo operativo menor.

También encontramos que hay grandes posibilidades de generar desarrollos en nuevos sectores:

En primer lugar la bioeconomía, que incluye el manejo del aprovechamiento de la biomasa, Colombia como un país tropical es gran generador de ella. Asimismo, está el aprovechamiento de la biodiversidad y desarrollo de la biotecnología.

Está la economía forestal que en el país solo aporta el 0,9 % del PIB, mientras que en países como Chile el aporte es de un 3,5 %. Y Colombia comparado con este país tiene por lo menos 5 veces más terreno apto para la reforestación.

Hallamos que estamos botando una gran riqueza en las basuras. Como máximo estamos reciclando solo 17 % de todos los residuos, mientras países europeos reciclan ya más del 83 %. Lo que pasa es que acá pagamos por las toneladas que se lleven a los rellenos sanitarios, pero debería ser al contrario: mientras más se recicle y menos se lleve a los rellenos se debería reconocerles más a los que los manejan. Es un problema de alinear los incentivos adecuadamente de todos los agentes económicos para que de verdad podamos tener una economía verde.

Esto está atravesado por la cultura de la gente, por sus costumbres, y por el conocimiento que podamos desarrollar. Por eso tenemos que generar los programas para que la gente conozca temas de energías renovables no convencionales, de desarrollo de bioeconomía. Es uno de los grandes retos que tenemos para tener las competencias laborales necesarias para comenzar a implementar buena parte de estas propuestas.

Además hay un asunto regulatorio, institucional. En los países donde se viene desarrollando el crecimiento verde aceleradamente como Francia, Alemania, Corea, estos temas se manejan al más alto nivel, con personas que coordinan y reportan directamente a la Presidencia. Pensamos que acá podríamos organizar varios comités que reporten al Conpes y que tengan secretarías técnicas para hacerles seguimiento a cada una de las 176 acciones que están incluidas en la propuesta”.

Están esas propuestas, pero también hay mucha destrucción y mal uso de los recursos, ¿cómo frenar eso? ¿Cómo cambiarlo? Están la minería y otras actividades, ¿cómo lograr que sean actividades sostenibles?

“En la Misión nos focalizamos mucho en el lado de la demanda. Cómo podemos generar incentivos para que haya cambios en el uso racional de los recursos. Por ello, por ejemplo, estamos revisando todos los instrumentos económicos que se pueden utilizar para generar las señales correctas.

Para dar algunos ejemplos: la tasa de uso del agua es uno de los elementos que debería ser instrumento fundamental para evitar que haya desperdicio, pero también tenemos que enseñarles a nuestros pequeños productores a mejorar su modelo tecnológico y para ello la ley que acaba de aprobar el Congreso para montar de nuevo con Corpoica los planes de asistencia técnica para el agro va a ser fundamental para lograr que se utilice este recurso de manera más racional.

Hay un exceso de uso del agua en la agricultura colombiana que está entre dos y tres veces lo que se necesita para tener buena productividad en el campo. Por eso hay que cambiar los paquetes tecnológicos e imponer las tarifas de uso del agua que también ayuden a reducir por la vía de precios.

Otro ejemplo, de algo que ya se hizo, los mínimos vitales de consumo de agua: se pusieron unos niveles menores en los pisos de temperatura fría y media porque no se necesita tanta agua. Esto ha llevado a una reducción dramática del consumo en estos hogares.

Hay muchos instrumentos económicos que se pueden utilizar. Lo importante es que veamos este proceso como una transición, donde sabemos dónde estamos, dónde queremos llegar, pero necesitamos primero alinear los incentivos y educar a la gente para que realmente podamos mejorar un proceso hacia esta economía verde”.

¿Cuánto pierde Colombia por el uso irracional de los recursos y cuánto podría ganar con un crecimiento verde bien organizado?

“Los costos implican la recuperación de los suelos, de las fuentes hídricas, recuperación en términos de salud pública. Eso tiene algunas mediciones. Un ejemplo: en salud pública la contaminación urbana le cuesta más o menos 1 punto del PIB a Colombia.

Como referencia, la comunidad europea estima que para 2030 más o menos el 3 % del PIB está siendo generado por sectores de la bioeconomía. Y 3 % del PIB en Colombia significarían más o menos del orden de $30 billones y la generación de 300.000 empleos adicionales”.

¿Qué papel juegan la ciencia y las universidades en la generación de esta bioeconomía?

“Lo que encontramos es que del total de la inversión pública en investigación y desarrollo, solo 0.1 % va para el crecimiento verde y hemos planteado la necesidad de duplicar ese esfuerzo. Es esencial que el enfoque de las convocatorias que se hagan con recursos públicos se apalanquen con recursos del sector privado de una parte para que empresas grandes y modernas se involucren en el desarrollo de este tipo de productos, es importante que esa alianza empresa-Estado se fortalezca con ese enfoque para el desarrollo de negocios verdes, que entre otras hoy tenemos 90 negocios verdes verificados y tenemos de acá al 2030 tener 12.630, que es la meta del Ministerio del Medio Ambiente y que avalamos plenamente.

Además hay muchos emprendimientos, de gente que no tiene mucho capital, allí digamos entidades como Colciencias que impulsen modelos críticos para aportar los recursos que eviten que muchos de estos emprendimientos se queden en el llamado valle de la muerte por falta de capital financiero”.

¿Todas las metas son a 2030?

“Pero todas tienen unas metas volantes, digamos, de cada cuatro años. Hay unas que se dividen a 2022, otras a 2026, porque no queremos esperar tanto a ver si algo pasó. Vamos a hacer seguimiento permanente. También se le hará seguimiento a la dirección de las ODS que tienen mucho que ver con crecimiento verde y en ese sentido vamos a estar monitoreando, por eso planteamos que es importante que a estas gestiones del crecimiento verde se le haga un seguimiento directamente con el liderazgo de Planeación, y ojalá con una persona encargada en Presidencia para que sirva, porque muchas de estas propuestas requieren de la coordinación de varias entidades y Ministerios y se necesita que Presidencia esté directamente involucrada.

En Alemania donde priorizaron el desarrollo de la biotecnología, hay un comité interinstitucional liderado por una persona de la oficina del primer ministro que le reporta sobre el cumplimiento de las metas que se han fijado. Acá pretendemos hacer algo similar en el futuro”.

¿Hay algún sector al que haya que darle más énfasis?

“Claramente necesitamos diversificar nuestra matriz energética, por puros temas de riesgo, y para ello, si bien nuestra matriz es limpia, requiere que fuentes no convencionales como la eólica y la fotovoltaica ingresen, porque tenemos este problema de la mayor variabilidad climática producto de fenómenos de El Niño cada vez más frecuentes e intensos. Afortunadamente el sol y el viento son contracíclicos con el agua y por eso es fundamental que iniciemos este proceso de diversificación para que al menos el 15 % de la generación sea con mecanismos no convencionales de aquí al 2030.

Es superprioritaria la electrificación del transporte y de la industria.

Y la protección de las cuencas se vuelve fundamental, pero para ello necesitamos la racionalización en la demanda que sobre todo está en el sector agropecuario”.

¿Cuál es el papel de la empresa privada?

“Es esencial. Este es un tema de sociedad, no de gobierno. Si uno quiere una economía circular que facilite el reciclaje y reutilización de materiales, es básica la participación de los consumidores, con cambios de comportamiento, pero también que el sector privado desde el diseño de sus productos reduzca los empaques innecesarios, facilite la recuperación de envases y minimice la generación de residuos y se hagan las inversiones para el reciclaje, por ejemplo en escombros de construcción, que solo se recicla el 2 % y en muchos países ya han llegado al 30 %.

Son cosas donde se requiere mucho la vinculación del sector privado y obviamente el desarrollo de la bioeconomía tiene que estar en cabeza de este y por eso hay que enviar las señales para que se facilite. Por ejemplo, en bioprospección de la biomasa, tomar los distintos tipos, mirar cuáles son sus propiedades que puedan ser utilizadas para desarrollar productos que sustituyan otros que vengan de producciones industriales”.

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